GRACIAS A TODOS Y FELIZ VERANO
Parece mentira pero ya ha pasado.
TEMPUS FUGIT. Veo claramente el primer día de clase y las caras de los alumnos que intentan hacer tu radiografía mientras explicas los objetivos del curso y pum... de repente ya estamos a las puertas del verano. Verano, para la gran mayoría, bien merecido.
Simplemente quería aprovechar nuestro blog para despedirme de todos vosotros, ya que esta última semana no he podido hacerlo como quería con todos los grupos puesto que la Dirección propuso evaluaciones en el último momento.
Deciros que he disfrutado mucho hablando de nuestra lengua en términos literarios para intentar despertar en vuestras mentes algo parecido a la ilusión hacia la lectura, la literatura y sobre todo, defender el principio tan esencial de la creatividad porque siempre he creído que todos somos creativos y si no lo descubrimos por sí solos, es necesario que alguien nos dé la oportunidad. No sé si lo habré conseguido, pero lo he hecho desde la más profunda pasión por mi trabajo y por el enorme cariño que me habéis entregado.
Ha sido un placer.
Un abrazo muy fuerte a todos y cada uno de vosotros de todo corazón.
Rosa
TEMPUS FUGIT. Veo claramente el primer día de clase y las caras de los alumnos que intentan hacer tu radiografía mientras explicas los objetivos del curso y pum... de repente ya estamos a las puertas del verano. Verano, para la gran mayoría, bien merecido.
Simplemente quería aprovechar nuestro blog para despedirme de todos vosotros, ya que esta última semana no he podido hacerlo como quería con todos los grupos puesto que la Dirección propuso evaluaciones en el último momento.
Deciros que he disfrutado mucho hablando de nuestra lengua en términos literarios para intentar despertar en vuestras mentes algo parecido a la ilusión hacia la lectura, la literatura y sobre todo, defender el principio tan esencial de la creatividad porque siempre he creído que todos somos creativos y si no lo descubrimos por sí solos, es necesario que alguien nos dé la oportunidad. No sé si lo habré conseguido, pero lo he hecho desde la más profunda pasión por mi trabajo y por el enorme cariño que me habéis entregado.
Ha sido un placer.
Un abrazo muy fuerte a todos y cada uno de vosotros de todo corazón.
Rosa
ACLARACIÓN
LAS REFERENCIAS AL SIGLO XVIII y XIX APARECEN EN EL BLOG PARA LOS ALUMNOS DE 1º C de BACHILLERATO.
ROMANTICISMO

S.XVIII

jueves, 9 de junio de 2011
viernes, 29 de abril de 2011
ROMANTICISMO
La Modernidad tuvo en la razón su fundamento. Y en ella depositó sus esperanzas. Por eso la Ilustración, en cuanto “empeño por extender la crítica y la guía de la razón a todos los campos de la experiencia humana” (Abbagnano 1993), fue un fenómeno típicamente moderno.
Los primeros grandes exponentes del pensamiento moderno en general, y del pensamiento ilustrado en particular, no fueron alemanes. Sin embargo, con el paso de los años fue en Alemania donde brillaron algunas de las mentes modernas e ilustradas más destacadas. Baste nombrar a Kant y a Hegel, a quienes muchos consideran como los dos filósofos más importates de la Modernidad.
La Ilustración alemana (Aufklärung) depositó su confianza en la razón, pero al mismo tiempo reconoció sus límites. Sin embargo, no todos los pensadores alemanes se conformaron con reconocer esos límites y renunciar a salir de ellos. Los primeros en trasponerlos fueron los integrantes del pre-romanticismo alemán, movimiento conocido como "Sturm und Drang". Ellos afirmaban que por la experiencia mística y la fe el hombre puede trascender las fronteras de la razón. Otros fueron todavía más lejos: no se contentaron con salir de los límites de la razón sino que directamente negaron dichos límites; hablaron de "la razón infinita" (es decir, de la unidad entre la conciencia y la totalidad) y dieron origen al romanticismo propiamente dicho.
Aufklärung: palabra alemana con la que se designa a la Ilustración. La Ilustración compartió la fe cartesiana en la razón y extendió la crítica racional a todos los ámbitos, incluyendo los de la ética, la religión y la política. A su vez, mostró cautela al demarcar los límites de la razón, asumiendo las críticas que los empiristas ingleses hicieron al racionalismo. Desde Alemania se sumó a la Ilustración uno de los filósofos más importantes de la historia: Immanuel Kant, quien demarcó con claridad los límites de la razón en su obra Crítica de la razón pura (donde declaraba imposible el conocimiento de "la cosa en sí") y extendió la crítica a la moral y la religión con sus obras Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Crítica de la razón práctica y La religión dentro de los límites de la razón.
Sturm und Drang: título de un drama de Maximilian Klinger, presentado en 1776, cuya traducción al castellano es “Tempestad e ímpetu”. Con este nombre se identificó al movimiento filosófico y literario que antecedió al romanticismo alemán: el pre-romanticismo alemán. Este movimiento reconocía los límites que la Ilustración había señalado a la razón, pero pretendía ir más allá a través de la experiencia mísitica y la fe.
Romanticismo: movimiento filosófico y artístico iniciado a fines del siglo XVIII. Mientras la Ilustración y el pre-romanticismo consideraban a la razón una fuerza finita, el romanticismo vio en ella una fuerza infinita, capaz de conocer la totalidad, lo absoluto. Según el modo en que fue entendida esta infinitud de la conciencia, pueden distinguirse dos tipos de romanticismo: uno de tinte racionalista y otro no racionalista.
Romanticismo racionalista: considera a la conciencia, en su infinitud, como una actividad racional regida por una necesidad absoluta. En los procesos de conciencia, la razón se mueve de una determinación a otra de un modo totalmente deducible a priori. Así, por ejemplo, en el sistema de Hegel, la Totalidad (la Idea, la Naturaleza y el Espíritu) deviene según una lógica (la dialéctica) que determina tanto al pensamiento como a la naturaleza y a la historia. Un rasgo característico de todos los románticos es su aspiración a la identificación de contrarios, en cuanto rompimiento de barreras y límites y reencuentro en lo Absoluto. El romanticismo racionalista pretende (y esto llega a su máxima expresión en Hegel) captar con la razón el proceso y el fruto de esa "fusión".
Romanticismo no racionalista: considera a la conciencia, en su infinitud, como una actividad libre, carente de una determinación rigurosa. Por eso la identifica con el "sentimiento", en cuanto infinito indefinido. Y busca la superación de las oposiciones, la unión de los contrarios, a través de la intuición y el sentimiento.
BIBLIOGRAFÍA
Ferrater Mora, J. 1994 Diccionario de Filosofía
Barcelona: Ariel
Abbagnano, N. 1993 Diccionario de Filosofía
Méjico: Fondo de Cultura Económica
Los primeros grandes exponentes del pensamiento moderno en general, y del pensamiento ilustrado en particular, no fueron alemanes. Sin embargo, con el paso de los años fue en Alemania donde brillaron algunas de las mentes modernas e ilustradas más destacadas. Baste nombrar a Kant y a Hegel, a quienes muchos consideran como los dos filósofos más importates de la Modernidad.
La Ilustración alemana (Aufklärung) depositó su confianza en la razón, pero al mismo tiempo reconoció sus límites. Sin embargo, no todos los pensadores alemanes se conformaron con reconocer esos límites y renunciar a salir de ellos. Los primeros en trasponerlos fueron los integrantes del pre-romanticismo alemán, movimiento conocido como "Sturm und Drang". Ellos afirmaban que por la experiencia mística y la fe el hombre puede trascender las fronteras de la razón. Otros fueron todavía más lejos: no se contentaron con salir de los límites de la razón sino que directamente negaron dichos límites; hablaron de "la razón infinita" (es decir, de la unidad entre la conciencia y la totalidad) y dieron origen al romanticismo propiamente dicho.
Aufklärung: palabra alemana con la que se designa a la Ilustración. La Ilustración compartió la fe cartesiana en la razón y extendió la crítica racional a todos los ámbitos, incluyendo los de la ética, la religión y la política. A su vez, mostró cautela al demarcar los límites de la razón, asumiendo las críticas que los empiristas ingleses hicieron al racionalismo. Desde Alemania se sumó a la Ilustración uno de los filósofos más importantes de la historia: Immanuel Kant, quien demarcó con claridad los límites de la razón en su obra Crítica de la razón pura (donde declaraba imposible el conocimiento de "la cosa en sí") y extendió la crítica a la moral y la religión con sus obras Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Crítica de la razón práctica y La religión dentro de los límites de la razón.
Sturm und Drang: título de un drama de Maximilian Klinger, presentado en 1776, cuya traducción al castellano es “Tempestad e ímpetu”. Con este nombre se identificó al movimiento filosófico y literario que antecedió al romanticismo alemán: el pre-romanticismo alemán. Este movimiento reconocía los límites que la Ilustración había señalado a la razón, pero pretendía ir más allá a través de la experiencia mísitica y la fe.
Romanticismo: movimiento filosófico y artístico iniciado a fines del siglo XVIII. Mientras la Ilustración y el pre-romanticismo consideraban a la razón una fuerza finita, el romanticismo vio en ella una fuerza infinita, capaz de conocer la totalidad, lo absoluto. Según el modo en que fue entendida esta infinitud de la conciencia, pueden distinguirse dos tipos de romanticismo: uno de tinte racionalista y otro no racionalista.
Romanticismo racionalista: considera a la conciencia, en su infinitud, como una actividad racional regida por una necesidad absoluta. En los procesos de conciencia, la razón se mueve de una determinación a otra de un modo totalmente deducible a priori. Así, por ejemplo, en el sistema de Hegel, la Totalidad (la Idea, la Naturaleza y el Espíritu) deviene según una lógica (la dialéctica) que determina tanto al pensamiento como a la naturaleza y a la historia. Un rasgo característico de todos los románticos es su aspiración a la identificación de contrarios, en cuanto rompimiento de barreras y límites y reencuentro en lo Absoluto. El romanticismo racionalista pretende (y esto llega a su máxima expresión en Hegel) captar con la razón el proceso y el fruto de esa "fusión".
Romanticismo no racionalista: considera a la conciencia, en su infinitud, como una actividad libre, carente de una determinación rigurosa. Por eso la identifica con el "sentimiento", en cuanto infinito indefinido. Y busca la superación de las oposiciones, la unión de los contrarios, a través de la intuición y el sentimiento.
BIBLIOGRAFÍA
Ferrater Mora, J. 1994 Diccionario de Filosofía
Barcelona: Ariel
Abbagnano, N. 1993 Diccionario de Filosofía
Méjico: Fondo de Cultura Económica
viernes, 15 de abril de 2011
GUIÓN ORIENTATIVO SIGLO XVIII
• ASPECTOS HISTÓRICOS y POLÍTICOS:
- NUEVA DINASTÍA.
- DESPOTISMO ILUSTRADO.
- EL SIGLO DE LAS LUCES Y DE LA RAZÓN: LOS AVANCES CIENTÍFICOS Y LA CALIDAD DE VIDA.
• ARTE: EL NEOCLASICISMO.
• EL NEOCLASICISMO LITERARIO :
- TEATRO: ASPECTO GENERALES. POÉTICA DE LUZÁN.
• LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN. SU CONCEPCIÓN DEL TEATRO FRENTE AL BARROCO. LA COMEDIA NUEVA. EL SÍ DE LAS NIÑAS.
• RAMÓN DE LA CRUZ. ASPECTOS GENERALES. LOS SAINETES.
- NOVELA: LA NOVELA EN EUROPA. ROBINSÓN CRUSOE. VOLTAIRE.
• EL PADRE ISLA : FRAY GERUNDIO DE CAMPAZAS.
• LA VIDA DE TORRES VILLARROEL .
- ENSAYO. ASPECTOS GENERALES.
• EL TEATRO CRÍTICO UNIVERSAL del PADRE FEIJOO.
• CADALSO : CARTAS MARRUECAS y NOCHES LÚGUBRES .
• JOVELLANOS: INFORME SOBRE LA LEY AGRARIA, MEMORIA SOBRE ESPECTÁCULOS PÚBLICOS Y DIVERSIONES.
POESÍA. ASPECTOS GENERALES
• JUAN MELÉNDEZ VALDÉS.
• NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN.
• FÁBULAS DE IRIARTE y SAMANIEGO.
- NUEVA DINASTÍA.
- DESPOTISMO ILUSTRADO.
- EL SIGLO DE LAS LUCES Y DE LA RAZÓN: LOS AVANCES CIENTÍFICOS Y LA CALIDAD DE VIDA.
• ARTE: EL NEOCLASICISMO.
• EL NEOCLASICISMO LITERARIO :
- TEATRO: ASPECTO GENERALES. POÉTICA DE LUZÁN.
• LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN. SU CONCEPCIÓN DEL TEATRO FRENTE AL BARROCO. LA COMEDIA NUEVA. EL SÍ DE LAS NIÑAS.
• RAMÓN DE LA CRUZ. ASPECTOS GENERALES. LOS SAINETES.
- NOVELA: LA NOVELA EN EUROPA. ROBINSÓN CRUSOE. VOLTAIRE.
• EL PADRE ISLA : FRAY GERUNDIO DE CAMPAZAS.
• LA VIDA DE TORRES VILLARROEL .
- ENSAYO. ASPECTOS GENERALES.
• EL TEATRO CRÍTICO UNIVERSAL del PADRE FEIJOO.
• CADALSO : CARTAS MARRUECAS y NOCHES LÚGUBRES .
• JOVELLANOS: INFORME SOBRE LA LEY AGRARIA, MEMORIA SOBRE ESPECTÁCULOS PÚBLICOS Y DIVERSIONES.
POESÍA. ASPECTOS GENERALES
• JUAN MELÉNDEZ VALDÉS.
• NICOLÁS FERNÁNDEZ DE MORATÍN.
• FÁBULAS DE IRIARTE y SAMANIEGO.
lunes, 21 de marzo de 2011
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra, que me llevare el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa:
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Francisco de Quevedo
sombra, que me llevare el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa:
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Francisco de Quevedo
martes, 15 de febrero de 2011
GUIÓN PROSA RENACENTISTA
1. PROSA FILOSÓFICA: LOS DIÁLOGOS
Juan de Valdés: El diálogo de la Lengua.
Alfonso de Valdés: Diálogo de las cosas ocurridas en Roma. Diálogo de Mercurio y Carón.
2. LA NOVELA:
Novela de caballerías: Los seguidores de Amadís de Gaula.
Novela pastoril: La Diana de Jorge de Montemayor.
Novela morisca: La historia de Abencerraje y la hermosa Jarifa.
Novela bizantina: Los trabajos de Persiles y Segismunda de Cervantes.
3. EL LAZARILLO DE TORMES:
Autoría
Características del género picaresco
Estructura
Lengua y estilo
Seguidores del género: Segundo Lazarillo, Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, La lozana andaluza de Francisco Delicado...
Juan de Valdés: El diálogo de la Lengua.
Alfonso de Valdés: Diálogo de las cosas ocurridas en Roma. Diálogo de Mercurio y Carón.
2. LA NOVELA:
Novela de caballerías: Los seguidores de Amadís de Gaula.
Novela pastoril: La Diana de Jorge de Montemayor.
Novela morisca: La historia de Abencerraje y la hermosa Jarifa.
Novela bizantina: Los trabajos de Persiles y Segismunda de Cervantes.
3. EL LAZARILLO DE TORMES:
Autoría
Características del género picaresco
Estructura
Lengua y estilo
Seguidores del género: Segundo Lazarillo, Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, La lozana andaluza de Francisco Delicado...
REDACCIÓN 40 PALABRAS
La puerta se abrió de la nada haciendo su majestuoso sonido del chirrío, recordando los viejos porticones de las casas abandonadas. En el interior de la habitación se podía ver con perfecta claridad todos y cada uno de los cuadros con los marcos llenos de herrumbre que habían colgados en aquellas paredes llenas de gruesas capas de suciedad. En algunos cuadros se podían observar las caras retratadas de algunas de las celebridades más importantes y respetadas; y al lado, una pequeña chapa hecha de plata fina en la que estaba inscrita la firma de cada celebridad.
Además, se podían ver cientos de objetos distribuidos por todas las partes de la sala, dejando sólo el espacio necesario para entrar y sentarse en la butaca. La habitación tenía como nombre Silencio ya que podría llegar a decir con exactitud que allí nunca se había mantenido una conversación de más de dos minutos. Era un sitio para pensar, para que se mire donde se mire siempre haya algo para recordar en completa mudez.
En una esquina había una preciosa mesa hecha de pino que relucía como los últimos rayos de sol cuando se esconden detrás de las nubes para dar paso a la noche. Encima de ella reposaba un precioso tablero de ajedrez de vidrio hecho a mano. Las fichas eran como diamantes de esos que sólo se ven una vez en la vida y que nada más los pueden poseer las personas adineradas y con grandes fondos económicos.
Eduardo era precisamente una de esas personas a la que no le importaba pagar una gran cantidad de billetes por algo aparentemente secundario, pero que para él era algo sagrado.
Siempre salía a la calle con dos billeteras de piel de toro; una en la que guardaba todos los billetes grandes y otra en la que sólo habían monedas y billetes de los más pequeños que hay.
Eduardo era un gran amante de la historia. Le apasionaba todo lo que estaba relacionado con las culturas pasadas, especialmente la época de la Edad Media. Poseía más de doscientos objetos medievales originales por los que había llegado a pagar cantidades desorbitantes de dinero sin importarle que para lo único que le iban a servir era para adornar su inmensa mansión.
De todos los elementos había uno que adoraba por encima de los demás. Se trata de una jarcha original del siglo XI que cada día leía y releía como si fuera el padre nuestro.
Sus actos eran siempre los mismos y en el mismo orden: llegaba a casa a las once de la noche y sin parpadear desde que cerraba la puerta mantenía los párpados abiertos hasta que entraba en la habitación. Después de realizar el primer parpadeo mantenía los ojos cerrados a la vez que cogía aire para mantenerlo unos pocos segundos en sus negros y viejos pulmones.
Se sentaba en la butaca y se fumaba un puro negro como el tizón sin usar cenicero para depositar los restos de la ceniza. Miraba toda su sala en orden lineal desde un punto hasta el otro, sin inmutarse por ningún tipo de sonido adicional que pudiera acontecerse. Después de inhalar durante una hora seguida el pútrido y maloliente humo de su veguero solía quedarse dormido con los ojos medio cerrados mirando dirección al techo.
La vida de este hombre no era muy interesante que digamos, y sólo estaba construida como si de una fábula se tratase. De todas las personas que conocen a Edu, que así le llamaban, decían siempre la misma frase:
- ¿Para qué queremos enemigos si tenemos a Edu?
Es quizás por eso que un día Eduardo no apareció por su casa como de costumbre. Sus vecinos empezaron a sospechar que le había llegado a ocurrir algo grave puesto que desde que se instaló en el barrio de los Quebrantos nunca llegó a faltar más de dos días seguidos a su cita con Silencio.
Pasaron más de dos semanas y todo el mundo le daba por desaparecido del planeta o algo peor. Muchos pensaban que alguno de sus enemigos había hecho por fin lo que se merecía.
- No me extrañaría nada que se lo hayan cargado, sólo tenía enemigos – decía la vecina de la casa de al lado.
Todo el barrio y parte de la ciudad estaba consternada por la noticia. Muchos de sus familiares lejanos habían venido hasta su casa para intentar colaborar en las operaciones de búsqueda de la policía, cosa que era raro en ellos ya que en más de diez años que hacía que Eduardo se trasladó a su actual barrio a vivir nunca antes había recibido visitas por parte de ningún familiar.
Pero la cosa estaba muy clara; sabían que si por cualquier razón Eduardo aparecía muerto todo el dinero que poseía sería repartido para ellos.
Entre todos los familiares había una señora con un rostro tupido, fino y con una capa de brillo diferente a la de los demás. Se trataba de una antigua prima suya llamada Susana. Susana era una mujer de edad avanzada, aunque se conservaba en perfectas condiciones. Era la única persona que parecía que le importaba el paradero de su primo, ya que corrían unas lágrimas cristalinas desde sus ojos hasta su perfecto corto y liso cuello.
Susana tenía el oficio de Celestina y fue una de las pocas personas que ayudó a Eduardo a encontrar en tiempos pasados la que fue el amor de su vida. Por desgracia la cosa acabó en tragedia puesto que Carmina; que así se llamaba la esposa de Eduardo, murió en un accidente de tráfico cuando regresaba del trabajo.
Cuando todos los familiares, vecinos y conocidos se fueron a sus respectivos hogares Susana fue la única que se quedó en casa de Eduardo. Pasadas las doce de la noche decidió ir a la cocina y hacerse una ensalada con lechuga, tomate y algo de aceite. Se llevó el plato y mientras se sentaba en la butaca de la habitación se quedó bastante rato contemplando aquella magnífica sala cuyos cuadros y amuletos medievales la hacían recordar tiempos pasados. Muchos de los objetos que tenía Eduardo colgados aún conservaban los colores intensos de lo que era la sangre de los caballeros medievales. Susana sabía que muchos de los cuchillos, espadas y hachas fueron usados para cometer aberraciones injustas a personas que posiblemente eran inocentes. Pero ya se sabe que en la Edad Media todo era posible, incluso los vicios más impensables.
Susana dejó escapar un corto pero intenso suspiro al aire mientras miraba con ojos de decepción toda la sala. Por momentos pensaba que estaba realmente en la era medieval y que podía correr cierto peligro sólo por el hecho de pensar así. De un golpe de cadera se levantó apuradamente de la butaca y se dirigió al cajón del escritorio donde además de un caramelo caducado había encontrado un sobre sospechoso.
Ella sabía que si estaba aún en su casa era porque quería saber el paradero de su primo; vivo o muerto, pero haría todo lo posible para saber la verdad.
Después de mirar el sobre más de dos minutos seguidos abrió la solapa de un golpe de uña y encontró un papel muy áspero como si fuera la piel de algún animal. En él sólo había escrito la palabra CID. La letra era preciosa como la de los grandes escritores, cosa común en Eduardo ya que era una persona prolífica. Había escrito más de diez novelas y otras tantas memorias de su vida. Era una persona que a pesar de tener un gustos muy extravagantes tenía otras aficiones que nadie podría creer que fueran suyas. Por ejemplo su gusto por la música era una de esas cosas que no lo calificaban como cualidad destacable de él mismo, ya que lo único que tenía en su viejo lector de discos eran canciones de rap y música moderna.
Susana recordaba como en una conferencia que había dado años atrás siempre le acababa sonando el móvil con esa melodía que todo el mundo acababa por reírse y por cambiar la expresión de la cara. La gente no podía creer que un hombre tan inteligente que daba unas conferencias excelentes pudiese escuchar ese tipo de música y vestir además con esas ropas de indígena que siempre llevaba.
Susana de repente tuvo una visión en su cabeza. Se le apareció Rodríguez, el socio de Eduardo. Pensó que él podría saber el paradero de su primo, así que decidió mirar la agenda y buscar su dirección. Cuando por fin encontró la dirección se dirigió hacia allá. Picó a la puerta y le abrió un hombre alto, robusto y con un rostro muy varonil. Parecía físicamente a Zeus, el dios de la mitología. Los ojos de ambos se llenaron de recuerdos y de hazañas del pasado, y cuando acabaron de hablarse visualmente él hizo un gesto con la cabeza para que entrara.
La casa de Rodríguez era como una taberna de flamenco; llena de guitarras, abanicos y un gran pasillo con fotos de cantantes flamencos por todas las paredes.
Estuvieron hablando durante dos horas y durante ese tiempo no dejaron de mirarse a los ojos. Él recordaba los años que había pasado a su lado, y ella el daño que le había hecho durante su matrimonio.
La conversación empezó hablando de Eduardo y acabó hablando de su antiguo matrimonio. Susana tenía mucha astucia y veía en sus ojos que había algo que no era normal. Pudo ver que el brillo de su color de ojos no era el de siempre, y que la expresión de su cara escondía un enigma.
Finalmente ella se marchó pero se fue con una corazonada: sabía que él tenía algo que ver con la desaparición de su primo.
Al día siguiente fue a visitar a la policía para explicarles y hacerles entender que Rodríguez podría estar implicado en la desaparición de Eduardo.
La policía escuchó durante más de una hora todo lo que ella les explico.
Al día siguiente ella volvió a casa de Rodríguez para continuar hablando con él. Picó de nuevo a la puerta y otra vez le abrió la puerta él, con un pijama de color marrón que recordaba al de un hipopótamo. Entró de nuevo a la sala y se sentó en el mismo sillón viejo y descolorido que la otra vez. Rodríguez fue a la cocina para traer algo de té y galletas para ella, mientras ella aprovechaba para dar otra ojeada a la sala. En ella pudo observar que había un objeto sospechoso en la pared. Se trataba de un códice antiguo con un dibujo de un trovador en la parte superior. Ella sabía que no era normal encontrar ese tipo de objetos en una casa con una decoración tan flamenca como esa, así que se levantó para verlo más de cerca cuando el otro vino con una bandeja de madera en la que llevaba té y pastelitos de trufa.
Los dos se sentaron en completos silencio y cada uno pensaba de nuevo cosas que habían pasado entre ellos. Él recordaba el día que Susana se puso de parto y tuvieron que ir rápidamente al hospital. Ella parecía una cenicienta con ese vestido tan ancho que llevaba y esa barriga que parecía que fuese completamente perfecta a la de una esfera.
Ella recordaba el día que se divorció de él porque había abusado de ella. Recordó como Eduardo fue el único que la ayudó en los momentos de dolor, y que a pesar de ser primos acabaron por tener una relación sentimental.
Los dos se miraron de nuevo a los ojos y ella le dijo de una manera muy fría:
- ¿Crees que no sé que le has hecho algo a Edu?
Rodríguez tenía las manos negras como si fuese un carbonero, y con grandes aires de soberbia dijo:
- ¿En serio pensabas que ese canalla iba a salir impune de este triángulo amoroso?, te recuerdo que yo era tu marido y que tú lo elegiste a él para dejarme a mí. Lo que le haya pasado se lo tenía muy merecido.
Susana se levantó tan rápidamente que parecía un soldado cuando le dan una condecoración. Salió corriendo de la sala con tal ímpetu que tuvo un tropiezo con el mueble del pasillo.
Rodríguez salió detrás de ella y cuando la vio tirada en el suelo se empezó a reir. Parecía el capataz de una nación beligerante, con su robustez corporal y su expresión en la cara de figura política.
Mientras Susana se arrastraba por el pasillo tapizado con pieles de bisonte y toro español, Rodrígez iba hablándole de asuntos pormenores. Empezó a decirle que acabaría con ella como hizo con Eduardo.
Cuando Susana oyó esas palabras se detuvo de golpe y lo miró fijamente a los ojos. Sabía que eran una persona muy falsa pero esta vez tenía muy claro que no era ninguna calumnia de las suyas.
Mientras ella lo seguía mirando a los ojos se desabrochó el suéter y cogió un cable negro que estaba conectado a un walkie talkie.
Cuando Rodrígez vio lo que sacaba puso una expresión de cara que parecía que iba a perder la conciencia.
- Morirás como murió tu primo; entre mis manos.
- Nunca aceptaste lo nuestro, nunca aceptaste que él y yo acabáramos teniendo una relación y por eso has acabado con su vida ¿ verdad?
Ahora las cosas estaban más claras: la nota que ponía CID era una nota que Eduardo dejó para advertir que iría a casa de Rodríguez, ya que las iniciales eran la dirección de su casa; calle Irún Díaz.
Rodríguez explicó mientras ella estaba aturdida que Eduardo fue a verle para darle un códice como método de reconciliación. Pero él perdió los estribos cuando empezaron a hablar de Susana y acabó estrangulándolo.
Susana con el miedo en los ojos pulsó un botón verde coliflor que había en el extremo del cable. Al verlo, Rodríguez se abalanzó sobre ella para matarla. Susana muerta de miedo cerró los ojos para no sufrir más cuando de repente se oyó un disparo.
La policía había entrado a la casa gracias al aviso del pulsador que llevaba Susana.
El disparo atravesó el corazón de Rodrígez mientras caía muerto encima de una mesita en la que había una fotografía que acabó por romperse cuando impactó contra el suelo. Se trataba de una fotografía en la que salía Susana feliz junto a Rodríguez montados en el Dragón Khan, el único recuerdo bonito junto a él.
Además, se podían ver cientos de objetos distribuidos por todas las partes de la sala, dejando sólo el espacio necesario para entrar y sentarse en la butaca. La habitación tenía como nombre Silencio ya que podría llegar a decir con exactitud que allí nunca se había mantenido una conversación de más de dos minutos. Era un sitio para pensar, para que se mire donde se mire siempre haya algo para recordar en completa mudez.
En una esquina había una preciosa mesa hecha de pino que relucía como los últimos rayos de sol cuando se esconden detrás de las nubes para dar paso a la noche. Encima de ella reposaba un precioso tablero de ajedrez de vidrio hecho a mano. Las fichas eran como diamantes de esos que sólo se ven una vez en la vida y que nada más los pueden poseer las personas adineradas y con grandes fondos económicos.
Eduardo era precisamente una de esas personas a la que no le importaba pagar una gran cantidad de billetes por algo aparentemente secundario, pero que para él era algo sagrado.
Siempre salía a la calle con dos billeteras de piel de toro; una en la que guardaba todos los billetes grandes y otra en la que sólo habían monedas y billetes de los más pequeños que hay.
Eduardo era un gran amante de la historia. Le apasionaba todo lo que estaba relacionado con las culturas pasadas, especialmente la época de la Edad Media. Poseía más de doscientos objetos medievales originales por los que había llegado a pagar cantidades desorbitantes de dinero sin importarle que para lo único que le iban a servir era para adornar su inmensa mansión.
De todos los elementos había uno que adoraba por encima de los demás. Se trata de una jarcha original del siglo XI que cada día leía y releía como si fuera el padre nuestro.
Sus actos eran siempre los mismos y en el mismo orden: llegaba a casa a las once de la noche y sin parpadear desde que cerraba la puerta mantenía los párpados abiertos hasta que entraba en la habitación. Después de realizar el primer parpadeo mantenía los ojos cerrados a la vez que cogía aire para mantenerlo unos pocos segundos en sus negros y viejos pulmones.
Se sentaba en la butaca y se fumaba un puro negro como el tizón sin usar cenicero para depositar los restos de la ceniza. Miraba toda su sala en orden lineal desde un punto hasta el otro, sin inmutarse por ningún tipo de sonido adicional que pudiera acontecerse. Después de inhalar durante una hora seguida el pútrido y maloliente humo de su veguero solía quedarse dormido con los ojos medio cerrados mirando dirección al techo.
La vida de este hombre no era muy interesante que digamos, y sólo estaba construida como si de una fábula se tratase. De todas las personas que conocen a Edu, que así le llamaban, decían siempre la misma frase:
- ¿Para qué queremos enemigos si tenemos a Edu?
Es quizás por eso que un día Eduardo no apareció por su casa como de costumbre. Sus vecinos empezaron a sospechar que le había llegado a ocurrir algo grave puesto que desde que se instaló en el barrio de los Quebrantos nunca llegó a faltar más de dos días seguidos a su cita con Silencio.
Pasaron más de dos semanas y todo el mundo le daba por desaparecido del planeta o algo peor. Muchos pensaban que alguno de sus enemigos había hecho por fin lo que se merecía.
- No me extrañaría nada que se lo hayan cargado, sólo tenía enemigos – decía la vecina de la casa de al lado.
Todo el barrio y parte de la ciudad estaba consternada por la noticia. Muchos de sus familiares lejanos habían venido hasta su casa para intentar colaborar en las operaciones de búsqueda de la policía, cosa que era raro en ellos ya que en más de diez años que hacía que Eduardo se trasladó a su actual barrio a vivir nunca antes había recibido visitas por parte de ningún familiar.
Pero la cosa estaba muy clara; sabían que si por cualquier razón Eduardo aparecía muerto todo el dinero que poseía sería repartido para ellos.
Entre todos los familiares había una señora con un rostro tupido, fino y con una capa de brillo diferente a la de los demás. Se trataba de una antigua prima suya llamada Susana. Susana era una mujer de edad avanzada, aunque se conservaba en perfectas condiciones. Era la única persona que parecía que le importaba el paradero de su primo, ya que corrían unas lágrimas cristalinas desde sus ojos hasta su perfecto corto y liso cuello.
Susana tenía el oficio de Celestina y fue una de las pocas personas que ayudó a Eduardo a encontrar en tiempos pasados la que fue el amor de su vida. Por desgracia la cosa acabó en tragedia puesto que Carmina; que así se llamaba la esposa de Eduardo, murió en un accidente de tráfico cuando regresaba del trabajo.
Cuando todos los familiares, vecinos y conocidos se fueron a sus respectivos hogares Susana fue la única que se quedó en casa de Eduardo. Pasadas las doce de la noche decidió ir a la cocina y hacerse una ensalada con lechuga, tomate y algo de aceite. Se llevó el plato y mientras se sentaba en la butaca de la habitación se quedó bastante rato contemplando aquella magnífica sala cuyos cuadros y amuletos medievales la hacían recordar tiempos pasados. Muchos de los objetos que tenía Eduardo colgados aún conservaban los colores intensos de lo que era la sangre de los caballeros medievales. Susana sabía que muchos de los cuchillos, espadas y hachas fueron usados para cometer aberraciones injustas a personas que posiblemente eran inocentes. Pero ya se sabe que en la Edad Media todo era posible, incluso los vicios más impensables.
Susana dejó escapar un corto pero intenso suspiro al aire mientras miraba con ojos de decepción toda la sala. Por momentos pensaba que estaba realmente en la era medieval y que podía correr cierto peligro sólo por el hecho de pensar así. De un golpe de cadera se levantó apuradamente de la butaca y se dirigió al cajón del escritorio donde además de un caramelo caducado había encontrado un sobre sospechoso.
Ella sabía que si estaba aún en su casa era porque quería saber el paradero de su primo; vivo o muerto, pero haría todo lo posible para saber la verdad.
Después de mirar el sobre más de dos minutos seguidos abrió la solapa de un golpe de uña y encontró un papel muy áspero como si fuera la piel de algún animal. En él sólo había escrito la palabra CID. La letra era preciosa como la de los grandes escritores, cosa común en Eduardo ya que era una persona prolífica. Había escrito más de diez novelas y otras tantas memorias de su vida. Era una persona que a pesar de tener un gustos muy extravagantes tenía otras aficiones que nadie podría creer que fueran suyas. Por ejemplo su gusto por la música era una de esas cosas que no lo calificaban como cualidad destacable de él mismo, ya que lo único que tenía en su viejo lector de discos eran canciones de rap y música moderna.
Susana recordaba como en una conferencia que había dado años atrás siempre le acababa sonando el móvil con esa melodía que todo el mundo acababa por reírse y por cambiar la expresión de la cara. La gente no podía creer que un hombre tan inteligente que daba unas conferencias excelentes pudiese escuchar ese tipo de música y vestir además con esas ropas de indígena que siempre llevaba.
Susana de repente tuvo una visión en su cabeza. Se le apareció Rodríguez, el socio de Eduardo. Pensó que él podría saber el paradero de su primo, así que decidió mirar la agenda y buscar su dirección. Cuando por fin encontró la dirección se dirigió hacia allá. Picó a la puerta y le abrió un hombre alto, robusto y con un rostro muy varonil. Parecía físicamente a Zeus, el dios de la mitología. Los ojos de ambos se llenaron de recuerdos y de hazañas del pasado, y cuando acabaron de hablarse visualmente él hizo un gesto con la cabeza para que entrara.
La casa de Rodríguez era como una taberna de flamenco; llena de guitarras, abanicos y un gran pasillo con fotos de cantantes flamencos por todas las paredes.
Estuvieron hablando durante dos horas y durante ese tiempo no dejaron de mirarse a los ojos. Él recordaba los años que había pasado a su lado, y ella el daño que le había hecho durante su matrimonio.
La conversación empezó hablando de Eduardo y acabó hablando de su antiguo matrimonio. Susana tenía mucha astucia y veía en sus ojos que había algo que no era normal. Pudo ver que el brillo de su color de ojos no era el de siempre, y que la expresión de su cara escondía un enigma.
Finalmente ella se marchó pero se fue con una corazonada: sabía que él tenía algo que ver con la desaparición de su primo.
Al día siguiente fue a visitar a la policía para explicarles y hacerles entender que Rodríguez podría estar implicado en la desaparición de Eduardo.
La policía escuchó durante más de una hora todo lo que ella les explico.
Al día siguiente ella volvió a casa de Rodríguez para continuar hablando con él. Picó de nuevo a la puerta y otra vez le abrió la puerta él, con un pijama de color marrón que recordaba al de un hipopótamo. Entró de nuevo a la sala y se sentó en el mismo sillón viejo y descolorido que la otra vez. Rodríguez fue a la cocina para traer algo de té y galletas para ella, mientras ella aprovechaba para dar otra ojeada a la sala. En ella pudo observar que había un objeto sospechoso en la pared. Se trataba de un códice antiguo con un dibujo de un trovador en la parte superior. Ella sabía que no era normal encontrar ese tipo de objetos en una casa con una decoración tan flamenca como esa, así que se levantó para verlo más de cerca cuando el otro vino con una bandeja de madera en la que llevaba té y pastelitos de trufa.
Los dos se sentaron en completos silencio y cada uno pensaba de nuevo cosas que habían pasado entre ellos. Él recordaba el día que Susana se puso de parto y tuvieron que ir rápidamente al hospital. Ella parecía una cenicienta con ese vestido tan ancho que llevaba y esa barriga que parecía que fuese completamente perfecta a la de una esfera.
Ella recordaba el día que se divorció de él porque había abusado de ella. Recordó como Eduardo fue el único que la ayudó en los momentos de dolor, y que a pesar de ser primos acabaron por tener una relación sentimental.
Los dos se miraron de nuevo a los ojos y ella le dijo de una manera muy fría:
- ¿Crees que no sé que le has hecho algo a Edu?
Rodríguez tenía las manos negras como si fuese un carbonero, y con grandes aires de soberbia dijo:
- ¿En serio pensabas que ese canalla iba a salir impune de este triángulo amoroso?, te recuerdo que yo era tu marido y que tú lo elegiste a él para dejarme a mí. Lo que le haya pasado se lo tenía muy merecido.
Susana se levantó tan rápidamente que parecía un soldado cuando le dan una condecoración. Salió corriendo de la sala con tal ímpetu que tuvo un tropiezo con el mueble del pasillo.
Rodríguez salió detrás de ella y cuando la vio tirada en el suelo se empezó a reir. Parecía el capataz de una nación beligerante, con su robustez corporal y su expresión en la cara de figura política.
Mientras Susana se arrastraba por el pasillo tapizado con pieles de bisonte y toro español, Rodrígez iba hablándole de asuntos pormenores. Empezó a decirle que acabaría con ella como hizo con Eduardo.
Cuando Susana oyó esas palabras se detuvo de golpe y lo miró fijamente a los ojos. Sabía que eran una persona muy falsa pero esta vez tenía muy claro que no era ninguna calumnia de las suyas.
Mientras ella lo seguía mirando a los ojos se desabrochó el suéter y cogió un cable negro que estaba conectado a un walkie talkie.
Cuando Rodrígez vio lo que sacaba puso una expresión de cara que parecía que iba a perder la conciencia.
- Morirás como murió tu primo; entre mis manos.
- Nunca aceptaste lo nuestro, nunca aceptaste que él y yo acabáramos teniendo una relación y por eso has acabado con su vida ¿ verdad?
Ahora las cosas estaban más claras: la nota que ponía CID era una nota que Eduardo dejó para advertir que iría a casa de Rodríguez, ya que las iniciales eran la dirección de su casa; calle Irún Díaz.
Rodríguez explicó mientras ella estaba aturdida que Eduardo fue a verle para darle un códice como método de reconciliación. Pero él perdió los estribos cuando empezaron a hablar de Susana y acabó estrangulándolo.
Susana con el miedo en los ojos pulsó un botón verde coliflor que había en el extremo del cable. Al verlo, Rodríguez se abalanzó sobre ella para matarla. Susana muerta de miedo cerró los ojos para no sufrir más cuando de repente se oyó un disparo.
La policía había entrado a la casa gracias al aviso del pulsador que llevaba Susana.
El disparo atravesó el corazón de Rodrígez mientras caía muerto encima de una mesita en la que había una fotografía que acabó por romperse cuando impactó contra el suelo. Se trataba de una fotografía en la que salía Susana feliz junto a Rodríguez montados en el Dragón Khan, el único recuerdo bonito junto a él.
REDACCIÓN 40 PALABRAS
A LA CENICIENTA LE GUSTAN MÁS LAS BOTAS
Sentada como de costumbre en el borde de su terraza, miraba como el viento aporreaba bruscamente los árboles, como cada una de las estrellas que aquella noche pintaban el cielo, alumbraba sus pies descalzos, ya morados del frío.
Se abrió la puerta y a su vez la ventana, y de entre las sombras, una mano tendida en su hombro, y otra en su mejilla, aparecía.
“Daría la vida por cada uno de los dedos que acarician mi rostro, ¿Cómo sería su mano de pequeña? Juguetona y traviesa, con tantas ganas de vivir y por rebeldía, fíjate tú, que le deparó la vida. Disfruto viéndola sonreír, es toda una celebridad verla contar chistes, son tan malos...”
- Hija, ya sé que no es momento ni tienes ganas, pero hazme el favor de recoger la habitación de una vez y dejar de apagar cigarritos en el suelo, me tienes harta.
- Mama, por favor, necesito tranquilidad. Me estresas.
- ¿Te ha llamado?
Y sentada allí encima delante suyo, giró la cabeza y apenada le explicó a sus ojos sus necesidades.
-Vale, ya me voy, baja cuando quieras y me lo explicas
Y acabada ya la desesperación habitual por el orden de su madre, salió de la habitación, dejando un gran eco en sus pasos.
“Una piedra en el camino me enseñó que mi destino era rodar y rodar, después me dijo un harriero que no hay que llegar primero pero que hay que saber llegar, nanana, ¿Cómo diantre era?, pero sigo siendo el rey. Con las pocas ganas que tengo de fiesta y no es capaz la cancioncita de salir de mi cabeza, él tampoco lo hace.
Qué tranquilidad, con que claridad se ve el cielo; tan lejano e inmenso, azul también como tus ojos, no se puede comparar, pero tampoco dejo de acordarme.
Silencio, con tu voz, mi silencio entretenías. Siempre tan atento escuchando cada una de mis locuras, siempre tan absurdas. Quería hacer un picnic en mitad de la acera. ¡Manda huevos! Y vas tú y me dices que es cutre; si en la sencillez está la exquisitez.
Manel lo era, era tan bueno jugando al ajedrez, siempre con el tablero encima, si supiera lo que mi madre lo echa en falta abriría los ojos y vendría de donde anduviese, ojalá pudiera, seriamos todos un poquito más felices.
Feliz, felicidad, feliz, feliz, ¿Qué me hace feliz? Soy tan complicada...
Cómo cuando pones mi mano en mi pierna y con ella sigues la música con los dedos, significaba tanto, lo echo de menos.
Siempre replicando que tengo y que no tengo que hacer en el colegio, de todo lo que me ha contado no me ha quedado nada claro el tema de la jarcha y mira que me lo explicó bien, pero me hace falta repetirlo en mi cabeza como 800 veces para enterarme.
¡Joder! ¿Dónde estará el cenicero? Siempre jugando al escondite. ¡Cuánto hace que no juego a eso!, bueno el otro día vi una paranoia de película, ¿Cómo se llamaba?
- Ainara, mañana tienes que venir a la fábrica a ayudarme.
¿Fábrica? ¡Fábula! ¡ Eso, se llamaba Fábula!
- Vaaaaaale- dijo Ainara dejando recaer la primera vocal como si la pereza se apoderara de su ser.- ¡Espera! ¡Espera! ¿Cómo? Mañana tengo cosas que hacer, tengo que hacer un trabajo de literatura.
“Bueno, eso de que tengo que hacer... ¿A quién quieres engañar?
No lo vas a hacer, pero debo hacerlo. Me va a poner celeste sino la Tejero, con lo que le gustan los partes virtuales. Qué no sé por qué se llamaran virtuales ni que esto fuese IES Ferrán Casamatrix, contrataría a una Celestina para esa mujer. En realidad no lo veo tan mal, esa señora lo único que quiere es que tengamos cultura que es lo que nos hace falta realmente”
- Ainara, llevo media hora llamándote ¡Estás en babia!
- Dime, pesada.
- ¿Quieres tomate o fuagrás en los macarrones? Mira las noticias y mira lo que le han hecho a una chica de tu edad el depravado ese.
- ¡Vaya aberración! – Se escuchó decir de fondo al intelectual de su novio.
“Con las pintas que lleva y la de cosas que sabe, ahora ya sé lo que significa, y faltaran unos tres segundos para que mi madre lo “alabe”.”
- Ya está la Wikipedia… -Bromeó su madre.
Antonio la pareja de su madre, suspiró, como incontables veces hace al día. Sentándose todos en la mesa a cenar, dispuestos a saborear la tele con un sabroso tomate.
Ainara, cansada ya de que marearan la perdiz con los canales, le cogió el mando a su madre y cambió de canal. Y en él, un documental sobre oratores.
“¿Oratores? ¿Esos no son los que se dividieron en un estamento eclesiástico dentro del sistema feudal?
Lo que se complicaba la sociedad medieval, ¡anda que me va a imponer aquel que le reza a la nada lo que debo y lo que no debo hacer!
La verdad es que nos quejamos pero en el siglo XXI se vive cojonudamente.
Al estado llano le hubiera llenado la casa de caramelos, pobrecitos…
Algo sospechoso el beneficio de comunidades judías en plena guerra. ¿Convivencia pacífica? ¡Claro!”
Interrumpiendo de golpe la concentración en la que veían juntas el “cuadrado anicotinado”, dijo el gran Cid Antonio.
- ¡Quién se haya comido el roquefort, tan jugoso y valioso, para mis tres metros de largo y mis dos de ancho, pagará las consecuencias!
Y al escuchar tan desesperada hambre, se oyeron de fondo unas carcajadas.
- ¡Antoñito! ¡Ven aquí cariño, ven!
“Buff… ya está poniendo morros de boquerón y los ojos, como una mariposa que huye de un campo sin color donde hay margaritas marchitas que no desprenden olor. ¡Por favor, que romántica me he puesto en un momento!
- A ver milagrines – Decía el prolífico de los quesos – No me vas a convencer. No, no, no. Bueno…
Y un portazo cerró la puerta. Y otro su corazón. Se estiró en la cama, cogió el teléfono y un peluche y dispuesta a llamar, el simpático vecino rapero con la música a tope, empezó a cantar, si así se le puede llamar.
- Tan sólo quiero hablar y que un porcentaje elevado me oiga, si no estás bañado en verde alguien te amenaza con una soga. A mí me sobra; valor, rencor, pero hoy en día tienes que promocionarte en una agencia o bien ponerte bigote y dar una conferencia. Piden clemencia y ellos tan sólo saben decir paciencia, cuánta inocencia.
Una pena, que un inmigrante venga en pateras y no haya otra manera. Después califican a un indigente como persona demente, muy inteligente...
“” ¡Qué pesao! No se cansará nunca, si él estuviese aquí conmigo le dolerían los oídos. Siempre oyendo música rara, pero no está nada mal. Gracias a ella hemos hecho muchos de los momentos todavía más especiales. Estábamos tan bien y de repente sin quererlo ni beberlo aparece el miedo a sentir. Yo, que no quiero hacer otra cosa que vivir lo que sea y a cualquier precio.
¿Habrá cobrado mi madre? Ese socio suyo es más estúpido…Menos mal que su hermano es simpático y está compensado. Zeus, me encanta su nombre, tiene fuerza.
Y la mía se me va por la boca cuando se cruza su nombre por delante, me deja totalmente endeble. Le llamaremos Naima, o eso teníamos pensado hacer…
Creo que no me he reído más en la vida que con él, cuando intentaba hacerse el duro e imitaba la voz carraspera después de unos carajillos. Luego me llama a mí gitana y él es un flamenco.
Sin embargo, es astuto, sabe cómo y cuándo debe hacerme reír, cuando necesito sus caricias, incluso cuando quiero cachondeo y se pone a llamarme “carahipopótamo”. Creo que no me daría tiempo a pestañear que ya me estaría pidiendo disculpas. Es tan… Creo que para la redacción que tengo que hacer de castellano en vez de hacer cuatro páginas haré un códice con mis propias manos describiendo cada recoveco de su cuerpo. Yo sería la primera trovadora femenina de la época y hallaría la manera de que abandonara todo y volviese a mi lado. Ahora frío y solitario sin él…”
Y pensando en él, dejó la televisión encendida, la muchacha cerró los ojos, abrazó fuertemente su peluche peludo y viajó al séptimo cielo.
Su perro acostado a su lado soñando, para variar, movía el hocico de arriba abajo olfateándolo todo, sonámbulo buscaba trufas por el campo o mejor dicho un trozo de salchichón que llevarse a la boca.
- Antonio – murmuró la madre de Ainara – dale el medicamento a los perros que están esperándolo.
Antonio refunfuñando se fue a la cocina y detrás de él ella. Abrió la nevera sacó del papel de aluminio, el jamón dulce, envolvió la pastilla y una mano por detrás abofeteó la maniobra.
- A Ver Antonio, observa que no te lo voy a repetir más veces. Cojo la pastilla, la parto y pongo su mitad correspondiente a cada parte.
- ¡Ainara!- aclamó su madre- ¡Súbete a los perros! ¿Ainara?
Viendo que la bella durmiente no contestaba, subió los perros con ella, le dio un beso en la mejilla, se la acarició y le susurró en el oído que le quería.
De fondo, en la televisión, la Cenicienta del siglo XXI, seguía buscando sus zapatos y Ainara en sus sueños mendigando el perdón de aquel que ya no le dirigía la palabra.
El sueño transcurría en una cueva y una chica joven, picaba y picaba, y aparecía un carbonero por detrás y le reprochaba que no lo hiciera bien. Y por más que ella se esforzara no conseguía llegar al fondo de la cueva, no conseguía encontrar la luz.
El carbonero, con gran soberbia, le aconsejó que debía de picar la pala con más fuerza. Ella, al escuchar esas palabras, se armó de valor y se puso de pie, como el militar que se honra al recibir una condecoración, alzó la vista, cogió la pala, e intentando demostrar que no hacía falta darle con más fuerza, sino en el punto exacto, tropezó con una roca, y el beligerante carbonero no dejó de reírse, y justo en ese momento, se desveló y lo primero que vio, fue el tapizado de la pared lila el que la hizo borrar ese sueño, que no había sido más que un pequeño pormenor en sus problemas personales.
La calumnia de que había puesto los cuernos a Christian hizo que en la consciencia de Ainara apareciesen de nuevo sus recuerdos.
“Recuerdo ese ramo de rosas que me regaló, bueno más recuerdo el falso ramo hecho con apios, lechugas y coliflores que me dio para reírse un poco más de mí… Ese fantástico día, aquel maravilloso parque, sus gritos diciendo que me amaba, cuando debía soltar toda su adrenalina en el dragon khan…
Le echo tanto de menos.”
Sentada como de costumbre en el borde de su terraza, miraba como el viento aporreaba bruscamente los árboles, como cada una de las estrellas que aquella noche pintaban el cielo, alumbraba sus pies descalzos, ya morados del frío.
Se abrió la puerta y a su vez la ventana, y de entre las sombras, una mano tendida en su hombro, y otra en su mejilla, aparecía.
“Daría la vida por cada uno de los dedos que acarician mi rostro, ¿Cómo sería su mano de pequeña? Juguetona y traviesa, con tantas ganas de vivir y por rebeldía, fíjate tú, que le deparó la vida. Disfruto viéndola sonreír, es toda una celebridad verla contar chistes, son tan malos...”
- Hija, ya sé que no es momento ni tienes ganas, pero hazme el favor de recoger la habitación de una vez y dejar de apagar cigarritos en el suelo, me tienes harta.
- Mama, por favor, necesito tranquilidad. Me estresas.
- ¿Te ha llamado?
Y sentada allí encima delante suyo, giró la cabeza y apenada le explicó a sus ojos sus necesidades.
-Vale, ya me voy, baja cuando quieras y me lo explicas
Y acabada ya la desesperación habitual por el orden de su madre, salió de la habitación, dejando un gran eco en sus pasos.
“Una piedra en el camino me enseñó que mi destino era rodar y rodar, después me dijo un harriero que no hay que llegar primero pero que hay que saber llegar, nanana, ¿Cómo diantre era?, pero sigo siendo el rey. Con las pocas ganas que tengo de fiesta y no es capaz la cancioncita de salir de mi cabeza, él tampoco lo hace.
Qué tranquilidad, con que claridad se ve el cielo; tan lejano e inmenso, azul también como tus ojos, no se puede comparar, pero tampoco dejo de acordarme.
Silencio, con tu voz, mi silencio entretenías. Siempre tan atento escuchando cada una de mis locuras, siempre tan absurdas. Quería hacer un picnic en mitad de la acera. ¡Manda huevos! Y vas tú y me dices que es cutre; si en la sencillez está la exquisitez.
Manel lo era, era tan bueno jugando al ajedrez, siempre con el tablero encima, si supiera lo que mi madre lo echa en falta abriría los ojos y vendría de donde anduviese, ojalá pudiera, seriamos todos un poquito más felices.
Feliz, felicidad, feliz, feliz, ¿Qué me hace feliz? Soy tan complicada...
Cómo cuando pones mi mano en mi pierna y con ella sigues la música con los dedos, significaba tanto, lo echo de menos.
Siempre replicando que tengo y que no tengo que hacer en el colegio, de todo lo que me ha contado no me ha quedado nada claro el tema de la jarcha y mira que me lo explicó bien, pero me hace falta repetirlo en mi cabeza como 800 veces para enterarme.
¡Joder! ¿Dónde estará el cenicero? Siempre jugando al escondite. ¡Cuánto hace que no juego a eso!, bueno el otro día vi una paranoia de película, ¿Cómo se llamaba?
- Ainara, mañana tienes que venir a la fábrica a ayudarme.
¿Fábrica? ¡Fábula! ¡ Eso, se llamaba Fábula!
- Vaaaaaale- dijo Ainara dejando recaer la primera vocal como si la pereza se apoderara de su ser.- ¡Espera! ¡Espera! ¿Cómo? Mañana tengo cosas que hacer, tengo que hacer un trabajo de literatura.
“Bueno, eso de que tengo que hacer... ¿A quién quieres engañar?
No lo vas a hacer, pero debo hacerlo. Me va a poner celeste sino la Tejero, con lo que le gustan los partes virtuales. Qué no sé por qué se llamaran virtuales ni que esto fuese IES Ferrán Casamatrix, contrataría a una Celestina para esa mujer. En realidad no lo veo tan mal, esa señora lo único que quiere es que tengamos cultura que es lo que nos hace falta realmente”
- Ainara, llevo media hora llamándote ¡Estás en babia!
- Dime, pesada.
- ¿Quieres tomate o fuagrás en los macarrones? Mira las noticias y mira lo que le han hecho a una chica de tu edad el depravado ese.
- ¡Vaya aberración! – Se escuchó decir de fondo al intelectual de su novio.
“Con las pintas que lleva y la de cosas que sabe, ahora ya sé lo que significa, y faltaran unos tres segundos para que mi madre lo “alabe”.”
- Ya está la Wikipedia… -Bromeó su madre.
Antonio la pareja de su madre, suspiró, como incontables veces hace al día. Sentándose todos en la mesa a cenar, dispuestos a saborear la tele con un sabroso tomate.
Ainara, cansada ya de que marearan la perdiz con los canales, le cogió el mando a su madre y cambió de canal. Y en él, un documental sobre oratores.
“¿Oratores? ¿Esos no son los que se dividieron en un estamento eclesiástico dentro del sistema feudal?
Lo que se complicaba la sociedad medieval, ¡anda que me va a imponer aquel que le reza a la nada lo que debo y lo que no debo hacer!
La verdad es que nos quejamos pero en el siglo XXI se vive cojonudamente.
Al estado llano le hubiera llenado la casa de caramelos, pobrecitos…
Algo sospechoso el beneficio de comunidades judías en plena guerra. ¿Convivencia pacífica? ¡Claro!”
Interrumpiendo de golpe la concentración en la que veían juntas el “cuadrado anicotinado”, dijo el gran Cid Antonio.
- ¡Quién se haya comido el roquefort, tan jugoso y valioso, para mis tres metros de largo y mis dos de ancho, pagará las consecuencias!
Y al escuchar tan desesperada hambre, se oyeron de fondo unas carcajadas.
- ¡Antoñito! ¡Ven aquí cariño, ven!
“Buff… ya está poniendo morros de boquerón y los ojos, como una mariposa que huye de un campo sin color donde hay margaritas marchitas que no desprenden olor. ¡Por favor, que romántica me he puesto en un momento!
- A ver milagrines – Decía el prolífico de los quesos – No me vas a convencer. No, no, no. Bueno…
Y un portazo cerró la puerta. Y otro su corazón. Se estiró en la cama, cogió el teléfono y un peluche y dispuesta a llamar, el simpático vecino rapero con la música a tope, empezó a cantar, si así se le puede llamar.
- Tan sólo quiero hablar y que un porcentaje elevado me oiga, si no estás bañado en verde alguien te amenaza con una soga. A mí me sobra; valor, rencor, pero hoy en día tienes que promocionarte en una agencia o bien ponerte bigote y dar una conferencia. Piden clemencia y ellos tan sólo saben decir paciencia, cuánta inocencia.
Una pena, que un inmigrante venga en pateras y no haya otra manera. Después califican a un indigente como persona demente, muy inteligente...
“” ¡Qué pesao! No se cansará nunca, si él estuviese aquí conmigo le dolerían los oídos. Siempre oyendo música rara, pero no está nada mal. Gracias a ella hemos hecho muchos de los momentos todavía más especiales. Estábamos tan bien y de repente sin quererlo ni beberlo aparece el miedo a sentir. Yo, que no quiero hacer otra cosa que vivir lo que sea y a cualquier precio.
¿Habrá cobrado mi madre? Ese socio suyo es más estúpido…Menos mal que su hermano es simpático y está compensado. Zeus, me encanta su nombre, tiene fuerza.
Y la mía se me va por la boca cuando se cruza su nombre por delante, me deja totalmente endeble. Le llamaremos Naima, o eso teníamos pensado hacer…
Creo que no me he reído más en la vida que con él, cuando intentaba hacerse el duro e imitaba la voz carraspera después de unos carajillos. Luego me llama a mí gitana y él es un flamenco.
Sin embargo, es astuto, sabe cómo y cuándo debe hacerme reír, cuando necesito sus caricias, incluso cuando quiero cachondeo y se pone a llamarme “carahipopótamo”. Creo que no me daría tiempo a pestañear que ya me estaría pidiendo disculpas. Es tan… Creo que para la redacción que tengo que hacer de castellano en vez de hacer cuatro páginas haré un códice con mis propias manos describiendo cada recoveco de su cuerpo. Yo sería la primera trovadora femenina de la época y hallaría la manera de que abandonara todo y volviese a mi lado. Ahora frío y solitario sin él…”
Y pensando en él, dejó la televisión encendida, la muchacha cerró los ojos, abrazó fuertemente su peluche peludo y viajó al séptimo cielo.
Su perro acostado a su lado soñando, para variar, movía el hocico de arriba abajo olfateándolo todo, sonámbulo buscaba trufas por el campo o mejor dicho un trozo de salchichón que llevarse a la boca.
- Antonio – murmuró la madre de Ainara – dale el medicamento a los perros que están esperándolo.
Antonio refunfuñando se fue a la cocina y detrás de él ella. Abrió la nevera sacó del papel de aluminio, el jamón dulce, envolvió la pastilla y una mano por detrás abofeteó la maniobra.
- A Ver Antonio, observa que no te lo voy a repetir más veces. Cojo la pastilla, la parto y pongo su mitad correspondiente a cada parte.
- ¡Ainara!- aclamó su madre- ¡Súbete a los perros! ¿Ainara?
Viendo que la bella durmiente no contestaba, subió los perros con ella, le dio un beso en la mejilla, se la acarició y le susurró en el oído que le quería.
De fondo, en la televisión, la Cenicienta del siglo XXI, seguía buscando sus zapatos y Ainara en sus sueños mendigando el perdón de aquel que ya no le dirigía la palabra.
El sueño transcurría en una cueva y una chica joven, picaba y picaba, y aparecía un carbonero por detrás y le reprochaba que no lo hiciera bien. Y por más que ella se esforzara no conseguía llegar al fondo de la cueva, no conseguía encontrar la luz.
El carbonero, con gran soberbia, le aconsejó que debía de picar la pala con más fuerza. Ella, al escuchar esas palabras, se armó de valor y se puso de pie, como el militar que se honra al recibir una condecoración, alzó la vista, cogió la pala, e intentando demostrar que no hacía falta darle con más fuerza, sino en el punto exacto, tropezó con una roca, y el beligerante carbonero no dejó de reírse, y justo en ese momento, se desveló y lo primero que vio, fue el tapizado de la pared lila el que la hizo borrar ese sueño, que no había sido más que un pequeño pormenor en sus problemas personales.
La calumnia de que había puesto los cuernos a Christian hizo que en la consciencia de Ainara apareciesen de nuevo sus recuerdos.
“Recuerdo ese ramo de rosas que me regaló, bueno más recuerdo el falso ramo hecho con apios, lechugas y coliflores que me dio para reírse un poco más de mí… Ese fantástico día, aquel maravilloso parque, sus gritos diciendo que me amaba, cuando debía soltar toda su adrenalina en el dragon khan…
Le echo tanto de menos.”
jueves, 10 de febrero de 2011
MÍSTICA Y ASCÉTICA
Escribe un texto sobre la características de la poesía de Fray Luis de León o San Juan de la Cruz.
miércoles, 26 de enero de 2011
EL CONCEPTO DEL AMOR EN PLATÓN
Platón comparará al amor con una forma de caza, con la locura, con un dios poderoso... y también lo clasificará: el amor del cuerpo, el del alma y también una combinación de ambos. Hay también un amor bueno y legítimo, y otro malo e ilegítimo, que en realidad no sería verdadero amor. Pero Platón no se refiere al amor del cuerpo por el cuerpo cuando habla de amor 'malo o ilegítimo'. Se refiere a un amor que no está iluminado por el amor del alma (no tiene en cuenta la irradiación que sobre el cuerpo que producen las ideas). En rigor, no sería preciso observar en Platón un desprecio por el cuerpo: el cuerpo debe amar, aunque debe hacerlo por el amor del alma. De esta forma el cuerpo puede ser aquello en lo cual brilla un alma bella y buena. Solo el amante puede descubrir esa belleza 'invisible'.
Poseer o no poseer, esa es la cuestión
Para Platón el amor es siempre amor a 'algo', pero la relación con este 'algo' es una oscilación entre el poseer y el no poseer. El amante no posee lo que ama (porque sino no sería amor) pero tampoco se encuentra totalmente desposeído (tampoco amaría en ese caso). Porque la belleza, justamente, depende de la aspiración del amante hacia lo amado.
Ahora bien, en último término, los amores a objetos particulares (lo cual incluye seres humanos) no pueden ser más que participaciones del amor respecto de la 'Belleza Absoluta', que es la idea de lo Bello en sí. De esta manera, tras la contemplación del amor puro y verdadero es que el alma asciende a la contemplación de lo ideal y eterno
Poseer o no poseer, esa es la cuestión
Para Platón el amor es siempre amor a 'algo', pero la relación con este 'algo' es una oscilación entre el poseer y el no poseer. El amante no posee lo que ama (porque sino no sería amor) pero tampoco se encuentra totalmente desposeído (tampoco amaría en ese caso). Porque la belleza, justamente, depende de la aspiración del amante hacia lo amado.
Ahora bien, en último término, los amores a objetos particulares (lo cual incluye seres humanos) no pueden ser más que participaciones del amor respecto de la 'Belleza Absoluta', que es la idea de lo Bello en sí. De esta manera, tras la contemplación del amor puro y verdadero es que el alma asciende a la contemplación de lo ideal y eterno
Concepción platónica según la cual conocer es recordar.
En el diálogo "Menón", y con ocasión del estudio de la virtud, Platón presenta la teoría de la reminiscencia ―o anamnesia―. Esta teoría se resume en la idea de que conocer es recordar. Seguramente Platón no defendía este punto de vista respecto de los conocimientos particulares como los relativos a hechos concretos (por ejemplo, el conocimiento perceptivo del tipo "mi mesa es negra") sino respecto de los conocimientos estrictos dotados de universalidad y necesidad, conocimientos como los matemáticos y los que pueda descubrir la dialéctica.
Platón consideró que estos conocimientos tan excelentes no pueden explicarse a partir de la experiencia meramente empírica o perceptiva y defendió una peculiar visión innatista: cuando conocemos una verdad de este tipo en realidad no estamos aprendiendo algo nuevo sino que nuestra alma recuerda una verdad a la que tuvo acceso antes de encarnarse y vivir en este mundo material, nuestra alma recuerda algo que conoció cuando vivía en el mundo de las Ideas. Brevemente: la teoría de la reminiscencia defiende la extraña tesis de que el alma vive sin el cuerpo en el mundo de las Ideas, percibe las distintas Ideas y sus relaciones, se encarna, olvida dicho conocimiento, y, gracias a la intervención de un maestro, consigue rememorar ese conocimiento olvidado. Esto es lo que ocurre con el esclavo que en el diálogo "Menón" logra, gracias a las oportunas preguntas de Sócrates, demostrar un teorema matemático.
La teoría de la reminiscencia es el complemento de la teoría socrática del conocimiento y de la enseñanza: enseñar no es introducir un conocimiento en la mente de un sujeto sino incitar al alumno a que descubra en su interior una verdad.
Platón consideró que estos conocimientos tan excelentes no pueden explicarse a partir de la experiencia meramente empírica o perceptiva y defendió una peculiar visión innatista: cuando conocemos una verdad de este tipo en realidad no estamos aprendiendo algo nuevo sino que nuestra alma recuerda una verdad a la que tuvo acceso antes de encarnarse y vivir en este mundo material, nuestra alma recuerda algo que conoció cuando vivía en el mundo de las Ideas. Brevemente: la teoría de la reminiscencia defiende la extraña tesis de que el alma vive sin el cuerpo en el mundo de las Ideas, percibe las distintas Ideas y sus relaciones, se encarna, olvida dicho conocimiento, y, gracias a la intervención de un maestro, consigue rememorar ese conocimiento olvidado. Esto es lo que ocurre con el esclavo que en el diálogo "Menón" logra, gracias a las oportunas preguntas de Sócrates, demostrar un teorema matemático.
La teoría de la reminiscencia es el complemento de la teoría socrática del conocimiento y de la enseñanza: enseñar no es introducir un conocimiento en la mente de un sujeto sino incitar al alumno a que descubra en su interior una verdad.
LOS PRIMEROS SONETISTAS ESPAÑOLES
A mediados del Siglo XV Don Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, decía en una carta que el soneto se había visto por primera vez en Italia con Guido Cavalcanti y Checo d’Ascholi. Después en Dante, pero sobre todo en la figura del gran humanista que fue Francesco Petrarca.
Se olvidaba Santillana, de los trovadores sicilianos porque no tenía información, antes de la época del Dante, olvidándose también de los primeros sonetos conocidos, los 24 de tema amoroso de Giacomo di Lentino, que fue el primero que juntó los dos serventesios (ABAB ABAB), con dos tercetos con rima CDE CDE.
El Marqués de Santillana, fue el primer poeta español que intentó sonetos “al itálico modo” adelantándose casi en un siglo, a los experimentos de Boscán y Garcilaso.
Pero el endecasílabo era un verso ajeno a la tradición lírica castellana, y por ello Santillana no logró aclimatarlo, no consiguió desprenderse de la influencia del ritmo de arte mayor castellano. Sus versos resultan pues defectuosos y tienen acentuación de verso mayor, como se llamaba entonces al verso con cesura intermedia, también conocidos como versos pre-dantescos. De alguna manera podemos decir que los ritmos internos no cumplían con la organización entera del soneto.
En muchas ocasiones toma versos enteros de poetas de reconocida reputación, anteriores a él y a los que recitaba de memoria.Esta manera de utilizar versos de otros era una forma de perpetuar la gloria de sus antecesores y darla a conocer, dando continuidad a una costumbre literaria.
No será hasta Petrarca ´cuando el soneto se convertirá en la estrofa más prestigiosa de la cultura occidental.
Os dejo un ejemplo en la lengua original (aunque no entendáis el italiano, se puede intuir perfectamente la enorme musicalidad que se desprende de estos versos)
Sonetos y canciones a la muerte de Laura.
Soneto Nº 1
Oimè il bel viso; oimè il soave sguardo;
oimè il leggiadro portamento altero;
Oimè ‘l parlar, ch’ogni aspro ingegno e fero
faceba umile, ed ogni uom vil, gagliardo;
Ed oimè il dolce riso, ond’ uscio ‘l dardo,
di que, morte, altro bene omai non spero:
alma real, dignissima d’imperio,
se non fossi fra scesa in tardo.
Per voi conven, ch’io tarda, e’n voi respire:
Ch’i’ pur fui vostro; e se di voi son privo,
via men d’ogni sventura altra mi dole.
Di speranza m’ empieste, e di desire,
quand’ io parti’ dal sommo piacer vivo.
Ma ‘l vento ne portava le parole.
Su influencia, dura hasta nuestros días.
En nuestro país fue Juan Boscán el que se inició en la estrofa al itálico modo, sus sonetos se mostraban todavía imperfectos en muchos casos, todavía no se había asentado el sentido correcto de la acentuación interna, que ya había logrado en Italia, Petrarca.
Sonetos de Boscán
Como aquel que en soñar gusto recibe,
su gusto procediendo de locura,
así el imaginar con su figura
vanamente su gozo en mí concibe.
Otro bien en mí, triste, no se escribe,
si no es aquel que en mi pensar procura;
de cuanto ha sido hecho en mi ventura
lo sólo imaginado es lo que vive.
Teme mi corazón de ir adelante,
viendo estar su dolor puesto en celada;
y así revuelve atrás en un instante
a contemplar su gloria ya pasada.
¡Oh sombra de remedio inconstante,
ser en mi lo mejor lo que no es nada!
Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme.
Dulce no estar en mí que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba,
que alguna vez llegara a despertarme.
¡Oh sueño! ¡cuánto más leve y sabroso
me fueras, si vinieras tan pesado,
que asentaras en mí con más reposo!
Durmiendo, en fin, fui bienaventurado;
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.
SONETO CXXIX
Garcilaso, que al bien siempre aspiraste
y siempre con tal fuerza le seguiste,
que a pocos pasos que tras él corriste,
en todo enteramente le alcanzaste,
dime: ¿por qué tras ti no me llevaste
cuando de esta mortal tierra partiste?,
¿por qué, al subir a lo alto que subiste,
acá en esta bajeza me dejaste?
Bien pienso yo que, si poder tuvieras
de mudar algo lo que está ordenado,
en tal caso de mí no te olvidaras:
que o quisieras honrarme con tu lado
o a lo menos de mí te despidieras;
o, si esto no, después por mí tornaras.
Fue junto con Garcilaso, uno de los revolucionarios de la poesía castellana, al introducir el endecasílabo a partir de 1526.
Murió en 1542 y sus obras fueron publicadas por su mujer Doña Ana Girón de Rebolledo al año siguiente con el título de “Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega", repartidas en cuatro libros. Constaba de 121 sonetos de Boscán y 29 de Garcilaso. En 1569 empezarán a publicarse por separado.
Garcilaso de la Vega (Nació en Toledo 1503-1536)
Garcilaso fue uno de los jóvenes mas apuestos y gallardos de la Corte de Carlos V. Premiado con la Cruz de Alcántara, diestro en todos los ejercicios de caballería, dotado de espíritu bizarro, y sumamente instruido en la Poesía, Música y Letras Humanas fue llamado con justicia el Príncipe de los Poetas Castellanos.
Garcilaso, publicado después de su muerte, se convirtió en un clásico indiscutible. Se cree que ayudaba a su amigo a corregir sus versos, tanto que hay algunos versos de Boscán, que son atribuidos a Garcilaso, por considerarse de un nivel poético que Boscán no parece que pudiera alcanzar.
Su temática, es habitualmente el amor, y el tema del “Carpe Diem”, el vivir el “hoy”, como argumento de seducción. Se invita a la amada, a que disfrute de su juventud, antes de que sea tarde.
Soneto
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto
enciende el corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
También el sentimiento de nostalgia por el amor perdido, es visible en sus sonetos.
Sirvió de modelo, a la poesía de Meléndez Valdés, Moratín, Fray Luis de León, a Jovellanos y a los poetas de la escuela castellana.
En sus sonetos, mantiene el suspenso del planteamiento hasta llegar a los tercetos, donde se realiza el desenlace. En algunos sonetos, la única salida a los males de amor, es la muerte.
¡Oh dulces prendas por mi mal halladas,
Dulces y alegres cuando Dios quería,
juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi mente conjuradas!
¿Quién me dijera cuando las pasadas
horas que en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?
Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
llévame junto el mal que me dejastes;
si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.
Se olvidaba Santillana, de los trovadores sicilianos porque no tenía información, antes de la época del Dante, olvidándose también de los primeros sonetos conocidos, los 24 de tema amoroso de Giacomo di Lentino, que fue el primero que juntó los dos serventesios (ABAB ABAB), con dos tercetos con rima CDE CDE.
El Marqués de Santillana, fue el primer poeta español que intentó sonetos “al itálico modo” adelantándose casi en un siglo, a los experimentos de Boscán y Garcilaso.
Pero el endecasílabo era un verso ajeno a la tradición lírica castellana, y por ello Santillana no logró aclimatarlo, no consiguió desprenderse de la influencia del ritmo de arte mayor castellano. Sus versos resultan pues defectuosos y tienen acentuación de verso mayor, como se llamaba entonces al verso con cesura intermedia, también conocidos como versos pre-dantescos. De alguna manera podemos decir que los ritmos internos no cumplían con la organización entera del soneto.
En muchas ocasiones toma versos enteros de poetas de reconocida reputación, anteriores a él y a los que recitaba de memoria.Esta manera de utilizar versos de otros era una forma de perpetuar la gloria de sus antecesores y darla a conocer, dando continuidad a una costumbre literaria.
No será hasta Petrarca ´cuando el soneto se convertirá en la estrofa más prestigiosa de la cultura occidental.
Os dejo un ejemplo en la lengua original (aunque no entendáis el italiano, se puede intuir perfectamente la enorme musicalidad que se desprende de estos versos)
Sonetos y canciones a la muerte de Laura.
Soneto Nº 1
Oimè il bel viso; oimè il soave sguardo;
oimè il leggiadro portamento altero;
Oimè ‘l parlar, ch’ogni aspro ingegno e fero
faceba umile, ed ogni uom vil, gagliardo;
Ed oimè il dolce riso, ond’ uscio ‘l dardo,
di que, morte, altro bene omai non spero:
alma real, dignissima d’imperio,
se non fossi fra scesa in tardo.
Per voi conven, ch’io tarda, e’n voi respire:
Ch’i’ pur fui vostro; e se di voi son privo,
via men d’ogni sventura altra mi dole.
Di speranza m’ empieste, e di desire,
quand’ io parti’ dal sommo piacer vivo.
Ma ‘l vento ne portava le parole.
Su influencia, dura hasta nuestros días.
En nuestro país fue Juan Boscán el que se inició en la estrofa al itálico modo, sus sonetos se mostraban todavía imperfectos en muchos casos, todavía no se había asentado el sentido correcto de la acentuación interna, que ya había logrado en Italia, Petrarca.
Sonetos de Boscán
Como aquel que en soñar gusto recibe,
su gusto procediendo de locura,
así el imaginar con su figura
vanamente su gozo en mí concibe.
Otro bien en mí, triste, no se escribe,
si no es aquel que en mi pensar procura;
de cuanto ha sido hecho en mi ventura
lo sólo imaginado es lo que vive.
Teme mi corazón de ir adelante,
viendo estar su dolor puesto en celada;
y así revuelve atrás en un instante
a contemplar su gloria ya pasada.
¡Oh sombra de remedio inconstante,
ser en mi lo mejor lo que no es nada!
Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme.
Dulce no estar en mí que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba,
que alguna vez llegara a despertarme.
¡Oh sueño! ¡cuánto más leve y sabroso
me fueras, si vinieras tan pesado,
que asentaras en mí con más reposo!
Durmiendo, en fin, fui bienaventurado;
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.
SONETO CXXIX
Garcilaso, que al bien siempre aspiraste
y siempre con tal fuerza le seguiste,
que a pocos pasos que tras él corriste,
en todo enteramente le alcanzaste,
dime: ¿por qué tras ti no me llevaste
cuando de esta mortal tierra partiste?,
¿por qué, al subir a lo alto que subiste,
acá en esta bajeza me dejaste?
Bien pienso yo que, si poder tuvieras
de mudar algo lo que está ordenado,
en tal caso de mí no te olvidaras:
que o quisieras honrarme con tu lado
o a lo menos de mí te despidieras;
o, si esto no, después por mí tornaras.
Fue junto con Garcilaso, uno de los revolucionarios de la poesía castellana, al introducir el endecasílabo a partir de 1526.
Murió en 1542 y sus obras fueron publicadas por su mujer Doña Ana Girón de Rebolledo al año siguiente con el título de “Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega", repartidas en cuatro libros. Constaba de 121 sonetos de Boscán y 29 de Garcilaso. En 1569 empezarán a publicarse por separado.
Garcilaso de la Vega (Nació en Toledo 1503-1536)
Garcilaso fue uno de los jóvenes mas apuestos y gallardos de la Corte de Carlos V. Premiado con la Cruz de Alcántara, diestro en todos los ejercicios de caballería, dotado de espíritu bizarro, y sumamente instruido en la Poesía, Música y Letras Humanas fue llamado con justicia el Príncipe de los Poetas Castellanos.
Garcilaso, publicado después de su muerte, se convirtió en un clásico indiscutible. Se cree que ayudaba a su amigo a corregir sus versos, tanto que hay algunos versos de Boscán, que son atribuidos a Garcilaso, por considerarse de un nivel poético que Boscán no parece que pudiera alcanzar.
Su temática, es habitualmente el amor, y el tema del “Carpe Diem”, el vivir el “hoy”, como argumento de seducción. Se invita a la amada, a que disfrute de su juventud, antes de que sea tarde.
Soneto
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto
enciende el corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
También el sentimiento de nostalgia por el amor perdido, es visible en sus sonetos.
Sirvió de modelo, a la poesía de Meléndez Valdés, Moratín, Fray Luis de León, a Jovellanos y a los poetas de la escuela castellana.
En sus sonetos, mantiene el suspenso del planteamiento hasta llegar a los tercetos, donde se realiza el desenlace. En algunos sonetos, la única salida a los males de amor, es la muerte.
¡Oh dulces prendas por mi mal halladas,
Dulces y alegres cuando Dios quería,
juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi mente conjuradas!
¿Quién me dijera cuando las pasadas
horas que en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?
Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
llévame junto el mal que me dejastes;
si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.
REDACCIÓN DE PALABRAS ENCADENADAS
-Cariño, no hay razón para preocuparse tanto. Nuestra hija se las arreglará muy bien sola. Seguro que está fenomenal. ¿No dijo que debía estudiar para un examen? Pues tú relájate y vuelve a casa cuando hayas terminado de jugar al golf. Tengo que colgar. Ha llegado Palomo. Si, vale. Y yo a ti. Adiós- cuelga el teléfono y alza el tono de voz mientras se incorpora en el sillón-¡Pasa, pasa! La puerta está abierta.
Aparece un hombre vestido informalmente con camisa y tejanos, a diferencia de quien le recibe, que luce un traje con corbata de seda.
-Buenas tardes señor Gutiérrez. Espero no llegar demasiado tarde.
-Oh, tranquilo. Habrá perdón mientras llegue. El tiempo es irrelevante para gente como nosotros.
-Y que lo diga, señor Gutiérrez. Ni la más solicitada celebridad está tan ocupada como usted y yo.
-Es lo que hemos escogido, Palomo. Ni más ni menos. Bien, pongámonos manos a la obra.
-Será mejor. Mi pareja me espera para cenar.
-Y la mía para reponerle los bolsillos de billetes.
Se produce un tenso silencio en el despacho. Palomo se aclara la garganta incómodo, y se saca del bolsillo de su pantalón un paquete de cigarrillos.
-¿Le importa que fume?
Su superior le da permiso con un gesto vago y empieza a exponer sus condiciones:
-Quiero una historia inteligente, Palomo. Cualquier cosa que me proponga debe tener miga. Mira, acostumbro a trabajar con los proyectos como si estuviera jugando en un tablero de ajedrez, ¿comprende?. Cada idea, cada paso, cada decisión que tomo está manipulado y meticulosamente matizado, siempre es adrede. Necesito saber que lo que voy a permitir y en lo que voy a invertir no será dinero perdido. Que lo que los guionistas me mostréis con esa mente creativa, sea productivo. No me importa que se trate de un pingüino en la selva o una viuda bailando samba. Por mí como si me cuenta la historia de una zanahoria parlante. Lo que es esencial, y en lo que debo poner mayor hincapié para que tenga en cuenta, es que el argumento se expanda en algo sutil, astuto, superior a un cuento para irse a dormir, que en un principio sea tan misterioso y lleno de posibilidades como una jarcha... ¿entiende lo que le digo?
Palomo, que ha estado asintiendo como un robot al discurso y esforzándose por asimilar y grabar todas las indicaciones, deja oírse un seco “sí” mientras apaga su cigarro junto a los del cenicero de mármol.
-Mi propuesta es algo que creo que acaparará la atención del público pues retiene la esencia del teatro. A ver si me explico... La película contará una fábula, una historia con moraleja para tener ese gancho, ¿de acuerdo?. Pero paralelamente seducirá con las vivencias de personajes lejanos y conectados entre sí desde el primer momento, aunque al final, en el mismo clímax, acaban deshaciendo esos lazos que tan seguros estaban de perdurar. Final trágico, éxito rotundo.
El hombre trajeado reflexiona acariciando su mentón con parsimonia. Finalmente expone su opinión clara y concisa:
-El final me gusta. La esencia melodramática promete. Pero no me acaba de convencer lo de los lazos. Me habla de gente diferente entre sí pero que de algún modo son amigos. Demasiado vacuo. Necesito más... carne.
-Por supuesto, por supuesto- se apresura a aclarar Palomo-. Eso solo era una ligera idea de lo que le propongo...
-Véndame su guión, caballero- interviene Gutiérrez-. Vaya al grano.
Su actitud imponente y tajante incomoda a Palomo, quien disimula su nerviosismo, se aclara la garganta y controla el tono de voz para parecer confiado:
-Habrá un elemento clave. Una mujer inteligente, cautivadora y cargada con un explosivo de conflictos. Será una celestina con tacones y vestido provocador.
Su amigo será como una caricatura de un reportero de “aquí hay tomate” -continúa dando detalles al apreciar que el otro muestra interés-. Él la informará acerca de lobos solitarios que desesperan por su media naranja. Será el ojo del mundo social, tendrá contactos y no habrá nombre que se le resista. Juntos formarán un equipo de relaciones públicas pero camuflado en los papeles de una prostituta de lujo y su manager.
-Espere, espere un momento –le interrumpe Gutiérrez-. No está mal, tiene bastante atractivo. ¿Pero con qué propósito crea a esos personajes? ¿Quiere crear una aberración en la sociedad o simplemente una parodia? Porque una prostituta organizando citas a ciegas no se encuentra normalmente entre los clichés sociales.
Si no relaciona con lógica sus argumentos y la trama no se sostiene, su famoso éxito rotundo se desvanecerá en un suspiro.
-Bueno, verá... –comienza a defenderse el guionista- estamos hablando de la moderna actualidad, no de la era medieval. Creo que el público está preparado para cualquier novedad, por disparatada que sea. Es precisamente la peculiaridad del personaje lo que aportará ironía y logrará sorprender. No dejará indiferente a nadie.
Gutiérrez vuelve a meditar en silencio durante unos segundos, mientras se entretiene en extraer un caramelo de menta del cajón de su escritorio, retirarle lentamente el envoltorio y saborearlo no sin menor prisa. El reloj acompasa el sonido del relamer de uno jugueteando con su dulce, y el repiqueteo de las uñas del otro sobre la mesa. Consciente de la impaciencia de su entrevistado, Gutiérrez decide finalmente hablar:
-Prosiga.
-De acuerdo –obedece con alivio Palomo-. Habrán más personajes fundamentales que constituirán el rol desencadenante de la acción –a partir de aquí enumera una serie de descripciones con sus dedos-. Un hombre sospechoso y solitario. En él residirá el misterio de la película. Un padre de familia que posee un alma de cid aun sufriendo cáncer. Un conocido, prolífico y aclamado cantante de rap que se ahoga en su propia fama. Éste será el que revelará la auténtica identidad de la protagonista mediante una conferencia ante la prensa. Un indígena de América del sur que querrá aprender de ella y seguir sus pasos, haciéndose socio del dúo. Y por último, una joven que considera algo así como una reencarnación de Zeus a su profesor de flamenco. Ella será la única persona que acudirá directamente a ellos, pues descubre su secreto con astucia y le suplica a la protagonista por sus artes casamenteros y así conquistar a su maestro.
Palomo hace una pausa con una sonrisa de satisfacción y deja que Gutiérrez le declare su criterio hasta el momento:
-Me gusta. Parece una encrucijada donde todos encajan, elementos tan dispares y sin ninguna conexión aparente se ven las caras como si se tratara de un juego del destino. Y el núcleo se aposenta bajo las piernas de un individuo vulgar. Se puede apostar por ese tipo de trama.
-Absolutamente, señor Gutiérrez –coincide entusiasmado Palomo-. Y por consiguiente resaltará la diversidad de géneros, como... drama, romance, misterio, e incluso podríamos darle un toque de comedia.
-Y dígame, ¿cómo tiene planeado coordinar un hipopótamo con una jirafa? ¿Cómo se encadenarán las escenas, con un elemento clave o con coincidencias?
-Debo admitir que ese ha sido mi mayor reto por resolver –dice Palomo mientras se inclina hacia delante y apoya sus codos en el escritorio, regodeándose en la conversación por la optimista marcha de ésta, a juzgar por el interés y la aprobación del productor-. La idea definitiva ha sido un método más antiguo que cualquier códice y tan eficiente como el de un trovador: el boca a boca, la difusión a partir de conversaciones, confesiones, debates... uno a uno, los futuros “clientes” van siendo descubiertos por quien se hace pasar por manager porque éste va atendiendo a lo que la muchedumbre comenta. Después se encarga de investigar y de dar con el amante perfecto.
El señor Gutiérrez asiente constantemente con la cabeza pero con expresión ausente. Sospechando que su proveedor de capital aun no haya quedado satisfecho, se apresura a rematar su convincente discurso con un poco de adulación y peloteo:
-Pero si de algo estoy seguro, es de la efectividad de su trabajo en encontrar el mejor equipo tanto técnico como personal, según comenta la gente, vaya...
-¿Ah, sí? –dice despertando de su ensimismamiento sintiendo curiosidad- ¿y qué comentan exactamente?
-Que contar con usted es un privilegio como una trufa lo es para un cocinero amateur.
-Oh, bueno –se pavonea el halagado pretendiendo aparentar modestia-. Es gratificante que se reconozca mi labor. Aunque en realidad no es que disponga de un talento o habilidades milagrosas, para nada. Parto de una regla básica: no invertir sin absoluta convicción. Tampoco soy un idealista, no espero a la cenicienta que encaje en mi zapato. Con que me guste lo que proponga y logre finalmente convencerme, estrecharemos la mano como asociados, independientemente de si me cae bien o de si su historia no concuerda con mis gustos.
-Entonces... –se lanza el guionista esperanzado a por la sentencia final- ¿estoy contratado? ¿financiará la película?
Gutiérrez se limita a pulsar un botón de su interfono y darle instrucciones a su secretaria:
-Señorita Carbonero, prepare el papeleo habitual por favor –después se dirige al varón con camisa y tejanos, incorporándose y ofreciéndole su mano manteniendo su actitud soberbia-. Señor Palomo, bienvenido a bordo.
Éste se levanta nervioso y torpemente, le toma la mano con fuerza y la agita enérgicamente, mientras deja correr sus entusiasmadas palabras de agradecimiento denotando así su gloriosa dicha:
-Gracias, muchísimas gracias Señor Gutiérrez. Le aseguro que no se arrepentirá de su elección. Le otorgaré a su nombre y al de todo el equipo la condecoración que se merece, ni mucho menos un tropiezo en su trayectoria. Alcanzaremos un prestigio memorable con esta producción. Le doy mi palabra.
-Vaya, esa postura tan beligerante no nos vendrá nada mal, Palomo.
El sonido del interfono irrumpe en la sala encerrando en un paréntesis la charla. Gutiérrez pulsa de nuevo el botón que le enlaza con aquella voz femenina, la cual le anuncia:
-Su mujer por la línea dos, señor.
-Qué querrá ahora... –murmura con fastidio entre dientes- De acuerdo, Palomo. Aquí concluye la reunión, si regresa al recibidor donde le han hecho esperar previamente a la entrevista la señorita Carbonero le ayudará a completar los documentos precisos para firmar el acuerdo. Solo debe facilitarle los datos que le pida y signar donde le indique.
Después de manifestar una pequeña reverencia con la cabeza y agradecerle de nuevo, Palomo da media vuelta y recorre por segunda vez el refinado tapizado de suelo que contrasta con sus sencillos y desgastados mocasines.
Tras el chasquido del cierre de la puerta, Gutiérrez toma el auricular del interfono y marca el número 2.
-Dime, cariño. ¿Qué pasa, qué ocurre? ¿Cómo? ¿Nuestra hija?¿con un chico? Pero qué dices... ¿Qué? ¿En nuestra cama? No. No, no hace falta que me cuentes los pormenores. ¡Ja! Un amigo dice, ¡eso es una calumnia! Espero que esa jovencita no tenga la conciencia tranquila porque sino su castigo va a ser mucho más duro que atiborrarse de coliflor, fíjate lo que te digo. Para empezar, dile que si no se recoge inmediatamente en su cuarto hasta que yo llegue, la única revolución hormonal que va a sentir por el resto de su vida será con el hormigueo del Dragon Khan. Sí, mujer, díselo. Y cálmate, enseguida estoy ahí. Ya he acabado la reunión y está todo resuelto. Haré un par de llamadas y te compraré sushi, vale? No, ni hablar. Tu hija se contentará con un emparedado. Hasta luego, Cariño.
-Cariño, no hay razón para preocuparse tanto. Nuestra hija se las arreglará muy bien sola. Seguro que está fenomenal. ¿No dijo que debía estudiar para un examen? Pues tú relájate y vuelve a casa cuando hayas terminado de jugar al golf. Tengo que colgar. Ha llegado Palomo. Si, vale. Y yo a ti. Adiós- cuelga el teléfono y alza el tono de voz mientras se incorpora en el sillón-¡Pasa, pasa! La puerta está abierta.
Aparece un hombre vestido informalmente con camisa y tejanos, a diferencia de quien le recibe, que luce un traje con corbata de seda.
-Buenas tardes señor Gutiérrez. Espero no llegar demasiado tarde.
-Oh, tranquilo. Habrá perdón mientras llegue. El tiempo es irrelevante para gente como nosotros.
-Y que lo diga, señor Gutiérrez. Ni la más solicitada celebridad está tan ocupada como usted y yo.
-Es lo que hemos escogido, Palomo. Ni más ni menos. Bien, pongámonos manos a la obra.
-Será mejor. Mi pareja me espera para cenar.
-Y la mía para reponerle los bolsillos de billetes.
Se produce un tenso silencio en el despacho. Palomo se aclara la garganta incómodo, y se saca del bolsillo de su pantalón un paquete de cigarrillos.
-¿Le importa que fume?
Su superior le da permiso con un gesto vago y empieza a exponer sus condiciones:
-Quiero una historia inteligente, Palomo. Cualquier cosa que me proponga debe tener miga. Mira, acostumbro a trabajar con los proyectos como si estuviera jugando en un tablero de ajedrez, ¿comprende?. Cada idea, cada paso, cada decisión que tomo está manipulado y meticulosamente matizado, siempre es adrede. Necesito saber que lo que voy a permitir y en lo que voy a invertir no será dinero perdido. Que lo que los guionistas me mostréis con esa mente creativa, sea productivo. No me importa que se trate de un pingüino en la selva o una viuda bailando samba. Por mí como si me cuenta la historia de una zanahoria parlante. Lo que es esencial, y en lo que debo poner mayor hincapié para que tenga en cuenta, es que el argumento se expanda en algo sutil, astuto, superior a un cuento para irse a dormir, que en un principio sea tan misterioso y lleno de posibilidades como una jarcha... ¿entiende lo que le digo?
Palomo, que ha estado asintiendo como un robot al discurso y esforzándose por asimilar y grabar todas las indicaciones, deja oírse un seco “sí” mientras apaga su cigarro junto a los del cenicero de mármol.
-Mi propuesta es algo que creo que acaparará la atención del público pues retiene la esencia del teatro. A ver si me explico... La película contará una fábula, una historia con moraleja para tener ese gancho, ¿de acuerdo?. Pero paralelamente seducirá con las vivencias de personajes lejanos y conectados entre sí desde el primer momento, aunque al final, en el mismo clímax, acaban deshaciendo esos lazos que tan seguros estaban de perdurar. Final trágico, éxito rotundo.
El hombre trajeado reflexiona acariciando su mentón con parsimonia. Finalmente expone su opinión clara y concisa:
-El final me gusta. La esencia melodramática promete. Pero no me acaba de convencer lo de los lazos. Me habla de gente diferente entre sí pero que de algún modo son amigos. Demasiado vacuo. Necesito más... carne.
-Por supuesto, por supuesto- se apresura a aclarar Palomo-. Eso solo era una ligera idea de lo que le propongo...
-Véndame su guión, caballero- interviene Gutiérrez-. Vaya al grano.
Su actitud imponente y tajante incomoda a Palomo, quien disimula su nerviosismo, se aclara la garganta y controla el tono de voz para parecer confiado:
-Habrá un elemento clave. Una mujer inteligente, cautivadora y cargada con un explosivo de conflictos. Será una celestina con tacones y vestido provocador.
Su amigo será como una caricatura de un reportero de “aquí hay tomate” -continúa dando detalles al apreciar que el otro muestra interés-. Él la informará acerca de lobos solitarios que desesperan por su media naranja. Será el ojo del mundo social, tendrá contactos y no habrá nombre que se le resista. Juntos formarán un equipo de relaciones públicas pero camuflado en los papeles de una prostituta de lujo y su manager.
-Espere, espere un momento –le interrumpe Gutiérrez-. No está mal, tiene bastante atractivo. ¿Pero con qué propósito crea a esos personajes? ¿Quiere crear una aberración en la sociedad o simplemente una parodia? Porque una prostituta organizando citas a ciegas no se encuentra normalmente entre los clichés sociales.
Si no relaciona con lógica sus argumentos y la trama no se sostiene, su famoso éxito rotundo se desvanecerá en un suspiro.
-Bueno, verá... –comienza a defenderse el guionista- estamos hablando de la moderna actualidad, no de la era medieval. Creo que el público está preparado para cualquier novedad, por disparatada que sea. Es precisamente la peculiaridad del personaje lo que aportará ironía y logrará sorprender. No dejará indiferente a nadie.
Gutiérrez vuelve a meditar en silencio durante unos segundos, mientras se entretiene en extraer un caramelo de menta del cajón de su escritorio, retirarle lentamente el envoltorio y saborearlo no sin menor prisa. El reloj acompasa el sonido del relamer de uno jugueteando con su dulce, y el repiqueteo de las uñas del otro sobre la mesa. Consciente de la impaciencia de su entrevistado, Gutiérrez decide finalmente hablar:
-Prosiga.
-De acuerdo –obedece con alivio Palomo-. Habrán más personajes fundamentales que constituirán el rol desencadenante de la acción –a partir de aquí enumera una serie de descripciones con sus dedos-. Un hombre sospechoso y solitario. En él residirá el misterio de la película. Un padre de familia que posee un alma de cid aun sufriendo cáncer. Un conocido, prolífico y aclamado cantante de rap que se ahoga en su propia fama. Éste será el que revelará la auténtica identidad de la protagonista mediante una conferencia ante la prensa. Un indígena de América del sur que querrá aprender de ella y seguir sus pasos, haciéndose socio del dúo. Y por último, una joven que considera algo así como una reencarnación de Zeus a su profesor de flamenco. Ella será la única persona que acudirá directamente a ellos, pues descubre su secreto con astucia y le suplica a la protagonista por sus artes casamenteros y así conquistar a su maestro.
Palomo hace una pausa con una sonrisa de satisfacción y deja que Gutiérrez le declare su criterio hasta el momento:
-Me gusta. Parece una encrucijada donde todos encajan, elementos tan dispares y sin ninguna conexión aparente se ven las caras como si se tratara de un juego del destino. Y el núcleo se aposenta bajo las piernas de un individuo vulgar. Se puede apostar por ese tipo de trama.
-Absolutamente, señor Gutiérrez –coincide entusiasmado Palomo-. Y por consiguiente resaltará la diversidad de géneros, como... drama, romance, misterio, e incluso podríamos darle un toque de comedia.
-Y dígame, ¿cómo tiene planeado coordinar un hipopótamo con una jirafa? ¿Cómo se encadenarán las escenas, con un elemento clave o con coincidencias?
-Debo admitir que ese ha sido mi mayor reto por resolver –dice Palomo mientras se inclina hacia delante y apoya sus codos en el escritorio, regodeándose en la conversación por la optimista marcha de ésta, a juzgar por el interés y la aprobación del productor-. La idea definitiva ha sido un método más antiguo que cualquier códice y tan eficiente como el de un trovador: el boca a boca, la difusión a partir de conversaciones, confesiones, debates... uno a uno, los futuros “clientes” van siendo descubiertos por quien se hace pasar por manager porque éste va atendiendo a lo que la muchedumbre comenta. Después se encarga de investigar y de dar con el amante perfecto.
El señor Gutiérrez asiente constantemente con la cabeza pero con expresión ausente. Sospechando que su proveedor de capital aun no haya quedado satisfecho, se apresura a rematar su convincente discurso con un poco de adulación y peloteo:
-Pero si de algo estoy seguro, es de la efectividad de su trabajo en encontrar el mejor equipo tanto técnico como personal, según comenta la gente, vaya...
-¿Ah, sí? –dice despertando de su ensimismamiento sintiendo curiosidad- ¿y qué comentan exactamente?
-Que contar con usted es un privilegio como una trufa lo es para un cocinero amateur.
-Oh, bueno –se pavonea el halagado pretendiendo aparentar modestia-. Es gratificante que se reconozca mi labor. Aunque en realidad no es que disponga de un talento o habilidades milagrosas, para nada. Parto de una regla básica: no invertir sin absoluta convicción. Tampoco soy un idealista, no espero a la cenicienta que encaje en mi zapato. Con que me guste lo que proponga y logre finalmente convencerme, estrecharemos la mano como asociados, independientemente de si me cae bien o de si su historia no concuerda con mis gustos.
-Entonces... –se lanza el guionista esperanzado a por la sentencia final- ¿estoy contratado? ¿financiará la película?
Gutiérrez se limita a pulsar un botón de su interfono y darle instrucciones a su secretaria:
-Señorita Carbonero, prepare el papeleo habitual por favor –después se dirige al varón con camisa y tejanos, incorporándose y ofreciéndole su mano manteniendo su actitud soberbia-. Señor Palomo, bienvenido a bordo.
Éste se levanta nervioso y torpemente, le toma la mano con fuerza y la agita enérgicamente, mientras deja correr sus entusiasmadas palabras de agradecimiento denotando así su gloriosa dicha:
-Gracias, muchísimas gracias Señor Gutiérrez. Le aseguro que no se arrepentirá de su elección. Le otorgaré a su nombre y al de todo el equipo la condecoración que se merece, ni mucho menos un tropiezo en su trayectoria. Alcanzaremos un prestigio memorable con esta producción. Le doy mi palabra.
-Vaya, esa postura tan beligerante no nos vendrá nada mal, Palomo.
El sonido del interfono irrumpe en la sala encerrando en un paréntesis la charla. Gutiérrez pulsa de nuevo el botón que le enlaza con aquella voz femenina, la cual le anuncia:
-Su mujer por la línea dos, señor.
-Qué querrá ahora... –murmura con fastidio entre dientes- De acuerdo, Palomo. Aquí concluye la reunión, si regresa al recibidor donde le han hecho esperar previamente a la entrevista la señorita Carbonero le ayudará a completar los documentos precisos para firmar el acuerdo. Solo debe facilitarle los datos que le pida y signar donde le indique.
Después de manifestar una pequeña reverencia con la cabeza y agradecerle de nuevo, Palomo da media vuelta y recorre por segunda vez el refinado tapizado de suelo que contrasta con sus sencillos y desgastados mocasines.
Tras el chasquido del cierre de la puerta, Gutiérrez toma el auricular del interfono y marca el número 2.
-Dime, cariño. ¿Qué pasa, qué ocurre? ¿Cómo? ¿Nuestra hija?¿con un chico? Pero qué dices... ¿Qué? ¿En nuestra cama? No. No, no hace falta que me cuentes los pormenores. ¡Ja! Un amigo dice, ¡eso es una calumnia! Espero que esa jovencita no tenga la conciencia tranquila porque sino su castigo va a ser mucho más duro que atiborrarse de coliflor, fíjate lo que te digo. Para empezar, dile que si no se recoge inmediatamente en su cuarto hasta que yo llegue, la única revolución hormonal que va a sentir por el resto de su vida será con el hormigueo del Dragon Khan. Sí, mujer, díselo. Y cálmate, enseguida estoy ahí. Ya he acabado la reunión y está todo resuelto. Haré un par de llamadas y te compraré sushi, vale? No, ni hablar. Tu hija se contentará con un emparedado. Hasta luego, Cariño.
REDACCIÓN 40 PALABRAS
Carlos sentía un gran placer al poder llegar por fin a casa. Se paró un instante delante de la puerta y estuvo un buen rato buscando las llaves en la mochila, entre los pesados libros de la universidad. Finalmente las encontró y pudo abrir la puerta de su pequeño aunque bien aprovechado apartamento. La televisión estaba encendida y en el ambiente flotaba un fuerte olor a puro. Fue a dejar la mochila a su habitación, y cuando volvió al salón, cogió el mando de la tele y antes de apagarla le prestó atención un par de minutos. Estaban emitiendo un programa del corazón en el que se hablaba de una presunta celebridad. A Carlos le costaba entender cómo a la gente le gustaban ese tipo de programas ¡cómo si no tuvieran ya bastantes problemas en su vida como para estar pendientes de la vida de los demás!. Al apagar la televisión, la habitación se quedó completamente en silencio. Debo reconocer mi error, queridos lectores, al no informar desde el principio que Carlos vivía con su abuelo, Miguel, de ahí viene el olor a puro. Miguel estaba delante de un tablero de ajedrez fumando un habano, mientras meditaba sobre el siguiente movimiento para derrotar a un rival imaginario.
Hacía dos años y medio que Miguel se había trasladado al apartamento de su nieto. Cuando los padres de Carlos murieron, él tenía sólo 15 años y estuvo en muchas casas de acogida sin que ningún matrimonio quisiera adoptarlo, cosa normal con esa edad, ya que normalmente las parejas buscan bebés, no adolescentes.
En cuanto cumplió los 18 años, Carlos se largó de la última casa de acogida y alquiló un pequeño apartamento a las afueras de Madrid y sin pensárselo dos veces sacó a su abuelo de la residencia donde los servicios sociales lo habían metido.
Mientras la mente de Carlos estaba ocupada por estos pensamientos, sus ojos miraron una lámina colgada en la pared. Era una jarcha de una moaxaja que había encontrado su abuelo en un pueblecito de la provincia de Burgos. Su abuelo la encontró, junto con su equipo, cuando trabajaba en la universidad. Carlos estaba muy orgulloso de su abuelo. Cuando era pequeño, sus padres le contaron que fue un gran estudiante y que cuando acabó la carrera se dedicó a la docencia universitaria como catedrático de Filología Española. Miguel interrumpió sus pensamientos pidiéndole si le podía traer un cenicero. Carlos fue a la cocina y le trajo uno limpio. Sabía que cuando acabara la cena, estaría lleno de ceniza. Le preocupaba el vicio que tenía su abuelo por el tabaco, ya que padecía graves problemas pulmonares.
Después dejó a su abuelo solo con su emocionante partida de ajedrez y se fue a acabar los deberes que le había mandado precisamente su profesora de literatura castellana. Tenía que inventarse una fábula ambientada en la Edad Media. Se le había ocurrido que podría estar basada en la historia de La Celestina.
Tras una hora de devanarse los sesos en vano intentando redactar algo que fuera mínimamente inteligible, fue a prepararle la cena a su abuelo;, él no comería, no tenía demasiada hambre. Le preparó un pisto de berenjena, tomate y pimiento que despedía un olor de maravilla, pero aún así no le entró el apetito.
Al sentarse a la mesa, Miguel se dio cuenta de que Carlos sólo había puesto un cubierto, y cuando su nieto le trajo el plato le dejó bien claro que para un chico de su edad era una aberración no comer cuando tocaba, ya que tenía que alimentarse como es debido. Carlos soltó un largo suspiro, y aunque sabía que su abuelo tenía razón, no dijo nada, y se marchó otra vez a su habitación a continuar con esa fábula que aún no había sabido comenzar. Cogió en sus manos un libro que llevaba por título “Literatura castellana medieval”, para ver si se podía inspirar en otra obra, ya que con La Celestina las musas no habían hecho acto de aparición.
Veía que pasaba el tiempo y que no se le ocurría nada, lo que le ponía cada vez más nervioso; para calmarse se tomó un caramelo de menta, con la esperanza de que su fuerte sabor despertara su imaginación. Pasó media hora así, chupando el caramelo, hasta que se deshizo. Seguía sin que se le ocurriera nada y sin calmarse, así que se fue al salón con su abuelo, que con total seguridad estaría viendo la televisión.
Mientras recogía el plato y los cubiertos de su abuelo, escuchaba vagamente las noticias. El presentador hablaba sobre un sospechoso de homicidio. El hombre iba conduciendo cuando arrolló, supuestamente sin querer, a un hombre en silla de ruedas.
De repente se le ocurrió. La fábula estaría basada en El Cantar del Mío Cid. En ese momento de falta de inspiración le hubiese gustado ser un autor de fábulas tan prolífico como Samaniego, haber gozado de la imaginación del escritor alavés del S. XVIII.
Como si no tuviera ya bastante con pensar cómo iba a redactar la fábula, en ese momento sus vecinos pusieron el equipo de música a todo volumen, y no era precisamente música clásica, sino un machacón rap. Retumbaba en las paredes y le hacía imposible la concentración. Reconoció la canción, aunque no era precisamente fan del rap:una vez, unos amigos lo llevaron a un concierto en el que actuaron varios raperos, y uno de ellos era un peruano que se hacía llamar Rapper School. La canción que los vecinos escuchaban a todo volumen era de ese cantante y se titulaba Rap de Conferencia.
Después de unos veinte minutos insoportables, la música por fin paró y pudo acabar con éxito el escrito. Como al día siguiente las clases empezaban una hora mas tarde, decidió ver una película en el salón para distraerse un poco.
Miguel ya se había acostado. Fue a la estantería donde tenía los DVD’s y se decantó por un drama histórico basado en la masacre cometida contra el pueblo indígena amerindio por los colonizadores españoles y portugueses. Se titulaba La misión. Mientras la veía, su móvil sonó. Era su amigo Javi. Detuvo la película y cogió el móvil. Javi era un chico muy gracioso, y siempre le saludaba con la misma frase: “¿Qué pasa, socio?”
Estuvieron hablando un rato. Carlos le contó su incidente con el rap en el piso de al lado y Javi le explicó que había tenido que ir de urgencias al veterinario porque a su perro Zeus le había atropellado un coche dañando una de las patas delanteras. Quedaron para tomar algo al día siguiente y se despidieron.
Volvió a poner la película, y cuando no llevaba ni cinco minutos viéndola, otra vez sonó la música en el piso del vecino, sólo que esta vez era flamenco. En lugar de resignarse usó la astucia. Fue abajo a la sala de contadores, y como en su edificio los contadores eran independientes, le cortó la luz al vecino y de repente el ruido desapareció.
Cuando subió, ya ni tenía ganas de seguir viendo la película, así que se fue a la cama. Como cada noche, antes de dormir, escuchó un poco la radio. Cuando la encendió estaban haciendo publicidad de un lavacoches que habían abierto en el centro llamado El Hipopótamo. Después de escuchar un par de anuncios más y alguna canción, se quedó dormido.
A la mañana siguiente, aunque entraba más tarde de lo normal, por poco no llega a clase por haberse quedado dormido. A primera hora le tocaba literatura castellana. Todos dejaron sobre la mesa de la profesora las fábulas medievales. Durante la clase estuvieron viendo un pequeño audiovisual sobre un códice del siglo XII. Primero explicaba de qué trataba el códice y luego nombró a un trovador llamado Fernando del Encina, que fue el que encontró dicho códice.
Cuando acabaron las clases, Carlos se fue para casa y durante el camino vio una tienda gourmet con un escaparate enorme. Se detuvo para curiosear. Vio manjares de todos los tipos: foie, caviar, vino de hielo canadiense, trufa blanca... Todo eran delicias. Se le hacía la boca agua y se lamentaba por no poder permitirse comprar nada de lo que en esa tienda tenían expuesto. Tendría que conformarse con las exquisiteces del supermercado de su calle.
Llegó a casa y encontró a su abuelo Miguel viendo la televisión, concretamente un capítulo de la serie House. Al parecer el episodio trataba de una mujer que se encontraba muy débil y que estaba embarazada. Si no la operaban y le hacían una cesárea, el bebé moriría, pero si la operaban y salvaban al bebé, ella moriría. Justamente cuando los médicos le exponían esto a la paciente, ella rompía aguas y se ponía de parto.
Carlos fue a dejar las cosas encima de su cama y volvió para ver la televisión un rato con su abuelo. Eso sí, cambiando de canal, ya que no soportaba las series de médicos. En el siguiente canal estaban dando una película de dibujos, le pareció que era La Cenicienta. Siguió pasando, y se encontró a Sara Carbonero presentando la sección de deportes en Telecinco. Realmente no entendía qué le veían a esa chica, no encontraba el motivo por el cual la gente opinaba que era “soberbia”. Él la veía más bien normal, del montón, sólo que estaba saliendo con un jugador de fútbol millonario. En el siguiente canal también daban las noticias. Estaba el reportero entrevistando a un hombre al que le habían otorgado una condecoración por haberle salvado la vida a una mujer anciana. El hombre explicaba que la pobre mujer había tenido un tropiezo mientras caminaba por el puente San Juan, en Sevilla, y que si no llega a ser por él, la anciana hubiese caído en las aguas del Guadalquivir. Después de esta noticia la presentadora dio paso a otro reportero en Palestina, donde la guerra con Israel seguía a flor de piel. El reportero comentaba que los palestinos mantenían una actitud beligerante frente a los israelíes, y que no iban a abandonar su tierra natal. Después se mostraron unas imágenes escalofriantes de niños inocentes que habían muerto a causa de esta guerra.
Carlos se quedó ensimismado contemplando el reportaje, cómodamente recostado sobre el tapizado color azul y blanco del sofá. Mientras el reportero desgranaba los pormenores de la noticia, se dio cuenta de que realmente las quejas que tenía la gente sobre nuestra sociedad son naderías en comparación con los problemas que allí tienen esos niños. O igual que ellos, en África o en la India, donde mueren de hambre miles de ellos cada día. Él hacía una donación mensual a una asociación que se dedicaba a repartir comida a los más necesitados de esas zonas. Recordó que en el periódico salió publicada una noticia en la que se hacía mención de esta asociación acusándola de fraudulenta, ya que el dinero no llegaba a los necesitados si no que se lo quedaba en beneficio propio. Carlos no estaba seguro de si eso era verdad o si era una calumnia, pero esperaba de todo corazón que todo fuera un malentendido. Eso sí, él tenía la conciencia bien limpia.
Con estos pensamientos no se había dado cuenta de que era la hora de comer, hasta que el reloj anunció que eran las dos en punto. Se levantó y fue a la cocina a preparar la comida. Esta vez preparó dos platos de coliflor con patatas hervidas. Cuando salió de la cocina con los platos en la mano, pasó por delante de la puerta de entrada y vio que había correo en el suelo. Supuso que lo habrían pasado por la rendija de la puerta. Dejó los platos sobre la mesa y fue a recoger el correo. La mayoría eran folletos publicitarios. Había un tríptico de un parque de atracciones en Cataluña que era muy famoso por una montaña rusa con la vía roja que se llamaba Dragon Khan. Se le ocurrió que algún día podría ir él con su abuelo. Seguro que se lo pasarían como dos niños, aunque no se subieran en las atracciones, ya que había oído decir que exhibían espectáculos muy entretenidos.
Estaba decidido: el próximo fin de semana se acercarían a Tarragona. Él y su abuelo se merecían ese par de días de descanso, Carlos para desconectar de sus clases en la universidad y su abuelo para salir de casa y así arrancarlo de su rutinaria vida. Definitivamente, se trataba de una buena idea.
Hacía dos años y medio que Miguel se había trasladado al apartamento de su nieto. Cuando los padres de Carlos murieron, él tenía sólo 15 años y estuvo en muchas casas de acogida sin que ningún matrimonio quisiera adoptarlo, cosa normal con esa edad, ya que normalmente las parejas buscan bebés, no adolescentes.
En cuanto cumplió los 18 años, Carlos se largó de la última casa de acogida y alquiló un pequeño apartamento a las afueras de Madrid y sin pensárselo dos veces sacó a su abuelo de la residencia donde los servicios sociales lo habían metido.
Mientras la mente de Carlos estaba ocupada por estos pensamientos, sus ojos miraron una lámina colgada en la pared. Era una jarcha de una moaxaja que había encontrado su abuelo en un pueblecito de la provincia de Burgos. Su abuelo la encontró, junto con su equipo, cuando trabajaba en la universidad. Carlos estaba muy orgulloso de su abuelo. Cuando era pequeño, sus padres le contaron que fue un gran estudiante y que cuando acabó la carrera se dedicó a la docencia universitaria como catedrático de Filología Española. Miguel interrumpió sus pensamientos pidiéndole si le podía traer un cenicero. Carlos fue a la cocina y le trajo uno limpio. Sabía que cuando acabara la cena, estaría lleno de ceniza. Le preocupaba el vicio que tenía su abuelo por el tabaco, ya que padecía graves problemas pulmonares.
Después dejó a su abuelo solo con su emocionante partida de ajedrez y se fue a acabar los deberes que le había mandado precisamente su profesora de literatura castellana. Tenía que inventarse una fábula ambientada en la Edad Media. Se le había ocurrido que podría estar basada en la historia de La Celestina.
Tras una hora de devanarse los sesos en vano intentando redactar algo que fuera mínimamente inteligible, fue a prepararle la cena a su abuelo;, él no comería, no tenía demasiada hambre. Le preparó un pisto de berenjena, tomate y pimiento que despedía un olor de maravilla, pero aún así no le entró el apetito.
Al sentarse a la mesa, Miguel se dio cuenta de que Carlos sólo había puesto un cubierto, y cuando su nieto le trajo el plato le dejó bien claro que para un chico de su edad era una aberración no comer cuando tocaba, ya que tenía que alimentarse como es debido. Carlos soltó un largo suspiro, y aunque sabía que su abuelo tenía razón, no dijo nada, y se marchó otra vez a su habitación a continuar con esa fábula que aún no había sabido comenzar. Cogió en sus manos un libro que llevaba por título “Literatura castellana medieval”, para ver si se podía inspirar en otra obra, ya que con La Celestina las musas no habían hecho acto de aparición.
Veía que pasaba el tiempo y que no se le ocurría nada, lo que le ponía cada vez más nervioso; para calmarse se tomó un caramelo de menta, con la esperanza de que su fuerte sabor despertara su imaginación. Pasó media hora así, chupando el caramelo, hasta que se deshizo. Seguía sin que se le ocurriera nada y sin calmarse, así que se fue al salón con su abuelo, que con total seguridad estaría viendo la televisión.
Mientras recogía el plato y los cubiertos de su abuelo, escuchaba vagamente las noticias. El presentador hablaba sobre un sospechoso de homicidio. El hombre iba conduciendo cuando arrolló, supuestamente sin querer, a un hombre en silla de ruedas.
De repente se le ocurrió. La fábula estaría basada en El Cantar del Mío Cid. En ese momento de falta de inspiración le hubiese gustado ser un autor de fábulas tan prolífico como Samaniego, haber gozado de la imaginación del escritor alavés del S. XVIII.
Como si no tuviera ya bastante con pensar cómo iba a redactar la fábula, en ese momento sus vecinos pusieron el equipo de música a todo volumen, y no era precisamente música clásica, sino un machacón rap. Retumbaba en las paredes y le hacía imposible la concentración. Reconoció la canción, aunque no era precisamente fan del rap:una vez, unos amigos lo llevaron a un concierto en el que actuaron varios raperos, y uno de ellos era un peruano que se hacía llamar Rapper School. La canción que los vecinos escuchaban a todo volumen era de ese cantante y se titulaba Rap de Conferencia.
Después de unos veinte minutos insoportables, la música por fin paró y pudo acabar con éxito el escrito. Como al día siguiente las clases empezaban una hora mas tarde, decidió ver una película en el salón para distraerse un poco.
Miguel ya se había acostado. Fue a la estantería donde tenía los DVD’s y se decantó por un drama histórico basado en la masacre cometida contra el pueblo indígena amerindio por los colonizadores españoles y portugueses. Se titulaba La misión. Mientras la veía, su móvil sonó. Era su amigo Javi. Detuvo la película y cogió el móvil. Javi era un chico muy gracioso, y siempre le saludaba con la misma frase: “¿Qué pasa, socio?”
Estuvieron hablando un rato. Carlos le contó su incidente con el rap en el piso de al lado y Javi le explicó que había tenido que ir de urgencias al veterinario porque a su perro Zeus le había atropellado un coche dañando una de las patas delanteras. Quedaron para tomar algo al día siguiente y se despidieron.
Volvió a poner la película, y cuando no llevaba ni cinco minutos viéndola, otra vez sonó la música en el piso del vecino, sólo que esta vez era flamenco. En lugar de resignarse usó la astucia. Fue abajo a la sala de contadores, y como en su edificio los contadores eran independientes, le cortó la luz al vecino y de repente el ruido desapareció.
Cuando subió, ya ni tenía ganas de seguir viendo la película, así que se fue a la cama. Como cada noche, antes de dormir, escuchó un poco la radio. Cuando la encendió estaban haciendo publicidad de un lavacoches que habían abierto en el centro llamado El Hipopótamo. Después de escuchar un par de anuncios más y alguna canción, se quedó dormido.
A la mañana siguiente, aunque entraba más tarde de lo normal, por poco no llega a clase por haberse quedado dormido. A primera hora le tocaba literatura castellana. Todos dejaron sobre la mesa de la profesora las fábulas medievales. Durante la clase estuvieron viendo un pequeño audiovisual sobre un códice del siglo XII. Primero explicaba de qué trataba el códice y luego nombró a un trovador llamado Fernando del Encina, que fue el que encontró dicho códice.
Cuando acabaron las clases, Carlos se fue para casa y durante el camino vio una tienda gourmet con un escaparate enorme. Se detuvo para curiosear. Vio manjares de todos los tipos: foie, caviar, vino de hielo canadiense, trufa blanca... Todo eran delicias. Se le hacía la boca agua y se lamentaba por no poder permitirse comprar nada de lo que en esa tienda tenían expuesto. Tendría que conformarse con las exquisiteces del supermercado de su calle.
Llegó a casa y encontró a su abuelo Miguel viendo la televisión, concretamente un capítulo de la serie House. Al parecer el episodio trataba de una mujer que se encontraba muy débil y que estaba embarazada. Si no la operaban y le hacían una cesárea, el bebé moriría, pero si la operaban y salvaban al bebé, ella moriría. Justamente cuando los médicos le exponían esto a la paciente, ella rompía aguas y se ponía de parto.
Carlos fue a dejar las cosas encima de su cama y volvió para ver la televisión un rato con su abuelo. Eso sí, cambiando de canal, ya que no soportaba las series de médicos. En el siguiente canal estaban dando una película de dibujos, le pareció que era La Cenicienta. Siguió pasando, y se encontró a Sara Carbonero presentando la sección de deportes en Telecinco. Realmente no entendía qué le veían a esa chica, no encontraba el motivo por el cual la gente opinaba que era “soberbia”. Él la veía más bien normal, del montón, sólo que estaba saliendo con un jugador de fútbol millonario. En el siguiente canal también daban las noticias. Estaba el reportero entrevistando a un hombre al que le habían otorgado una condecoración por haberle salvado la vida a una mujer anciana. El hombre explicaba que la pobre mujer había tenido un tropiezo mientras caminaba por el puente San Juan, en Sevilla, y que si no llega a ser por él, la anciana hubiese caído en las aguas del Guadalquivir. Después de esta noticia la presentadora dio paso a otro reportero en Palestina, donde la guerra con Israel seguía a flor de piel. El reportero comentaba que los palestinos mantenían una actitud beligerante frente a los israelíes, y que no iban a abandonar su tierra natal. Después se mostraron unas imágenes escalofriantes de niños inocentes que habían muerto a causa de esta guerra.
Carlos se quedó ensimismado contemplando el reportaje, cómodamente recostado sobre el tapizado color azul y blanco del sofá. Mientras el reportero desgranaba los pormenores de la noticia, se dio cuenta de que realmente las quejas que tenía la gente sobre nuestra sociedad son naderías en comparación con los problemas que allí tienen esos niños. O igual que ellos, en África o en la India, donde mueren de hambre miles de ellos cada día. Él hacía una donación mensual a una asociación que se dedicaba a repartir comida a los más necesitados de esas zonas. Recordó que en el periódico salió publicada una noticia en la que se hacía mención de esta asociación acusándola de fraudulenta, ya que el dinero no llegaba a los necesitados si no que se lo quedaba en beneficio propio. Carlos no estaba seguro de si eso era verdad o si era una calumnia, pero esperaba de todo corazón que todo fuera un malentendido. Eso sí, él tenía la conciencia bien limpia.
Con estos pensamientos no se había dado cuenta de que era la hora de comer, hasta que el reloj anunció que eran las dos en punto. Se levantó y fue a la cocina a preparar la comida. Esta vez preparó dos platos de coliflor con patatas hervidas. Cuando salió de la cocina con los platos en la mano, pasó por delante de la puerta de entrada y vio que había correo en el suelo. Supuso que lo habrían pasado por la rendija de la puerta. Dejó los platos sobre la mesa y fue a recoger el correo. La mayoría eran folletos publicitarios. Había un tríptico de un parque de atracciones en Cataluña que era muy famoso por una montaña rusa con la vía roja que se llamaba Dragon Khan. Se le ocurrió que algún día podría ir él con su abuelo. Seguro que se lo pasarían como dos niños, aunque no se subieran en las atracciones, ya que había oído decir que exhibían espectáculos muy entretenidos.
Estaba decidido: el próximo fin de semana se acercarían a Tarragona. Él y su abuelo se merecían ese par de días de descanso, Carlos para desconectar de sus clases en la universidad y su abuelo para salir de casa y así arrancarlo de su rutinaria vida. Definitivamente, se trataba de una buena idea.
lunes, 10 de enero de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)